Relato erótico de Marla

Las nueve de la mañana, me despierto perezosa, exhausta, miro hacia tu lado de la cama, alargo la mano y recuerdo que hace unas horas te tenía a mi lado, intento seguir tu rastro, el olor a sexo es palpable, cierro los ojos y me inundo otra vez de ti, te veo sobre mi cuerpo, entonces me doy la vuelta, te enciendes más al ver mis ojos a través de la máscara que cubre mi rostro, pupilas dilatadas por el deseo, labios hinchados y rojos, mejillas sonrosadas, la sangre hierve en mi cuerpo.

Salgo de la cama y comienzo a caminar hacia la ventana con paso lento, sensual, la luz de la luna se refleja en mi cuerpo desnudo, admiras mi silueta, tu mirada se torna dócil, me agarro a la cortina y me envuelvo en ella, dando giros quedo vestida de la tela transparente que deja entrever mis formas de mujer, te miro pasándome la lengua por mis labios y tú haces ademán de lo mismo, la boca se te queda entreabierta y salivando, tus papilas se despiertan porque tu cerebro da la orden de comerme entera, pero aún no, no ha llegado el momento, intentas retenerte para no abalanzarte sobre mí, quizás debería haberte atado a la cama, pero que aguantes tus impulsos más salvajes me pone todavía más, que me desees en la distancia, que me imagines inalcanzable, tu dueña, tu señora, no deberías de haberme provocado, ahora es tarde y te espera la condena que se haya escondida bajo la transparente tela.

Vuelvo a girar, me desprendo de la cortina, camino hacia la cómoda, apoyo mis manos en ella y me miro al espejo, abro mis piernas, dejo resbalar mi mano entre ellas, toco mi vulva suave y húmeda, aparto los labios carnosos dejando entrever el botón eréctil que tanto te gusta chupar, arrastro un dedo introduciéndolo poco a poco en la vagina, lo saco, lo meto, esparzo mis jugos siguiendo el surco que conduce hasta mi culo que se contrae de placer, me doy la vuelta, me siento sobre el mueble con las piernas abiertas, masajeo mi clítoris mirándote a los ojos, los párpados caen por el placer, pero necesito más, abro el tercer cajón y cojo mi vibrador color lila, mi amante perfecto de forma anatómica, ya entre mis manos le paso la lengua de arriba abajo, imaginando que es tu polla, lo meto en la boca hasta lo más hondo de ella, casi desaparece y tú te vuelves loco, ésta vez no puedes contenerte, saltas de la cama y caes arrodillado ante mí, ante tu señora, acercas tu cabeza a mi vulva brillante y mojada, cada vez más hinchada porque sabe que estás cerca, respirando sobre ella, acercas tu boca, pero sin tocar, sólo noto tu aliento caliente, pequeñas contracciones hacen que se abra y se cierre la entrada de la vagina, me pones a cien, me enciendes, me tienes al borde de la locura, pero sigue, no te detengas.

Sacas tímidamente tu lengua, preparada para saborearme entera, la pasas despacio por el clítoris, haces que tintinee de placer mientras oigo el sonido maravilloso, parecido a un chapoteo que moja toda tu cara, tu mirada se cruza con la mía y en ella que se hace una sóla puedo saber lo que piensas, ¡disfruta cariño, regálame un orgasmo, prémiame con tu elixir!, pero antes de eso quiero que juegues con mi otro amante, que me lo introduzcas, sé hábil y encuentra el punto exacto, lo coges con la mano derecha para metérmelo poco a poco, girándolo mientras se pierde en mi interior y con la otra mano introduces un dedo en mi culito, la mezcla de los tres ritmos que me proporcionas me llevan a la completa extenuación, abro bien mis piernas y te ofrezco todo mi ser, un escalofrío recorre todo mi cuerpo y empiezo a temblar, ya está aquí, ya llega…te empujo la cabeza con fuerza hacia mí y dejo salir todos mis fluidos que tú te tragas sin reparos mientras gimo hasta quedarme sin voz, me miras y subes despacio, me acaricias la cara y me besas en los labios, tu señora ya está satisfecha, ahora te toca a ti.