Relato erótico de Pegui

Fuego en el bosque

Hace mucho calor para estar a mediados de mayo. Resoplo por enésima vez al tiempo que me agacho a recoger otra botella de plástico. El bosque está hecho un desastre. Formo parte de una partida de voluntarios de prevención contraincendios para limpiarlo antes del verano.

—¿Quieres agua? —me pregunta una voz masculina a mi lado.

No tendría que haber levantado la mirada del suelo. Me encuentro con el morenazo con el que he estado intercambiando miraditas en la reunión, si vestido estaba buenísimo no veas cómo está sin camiseta, un tatuaje tribal surca la mitad de su pecho y abdominales.

El calor se intensifica, esta vez dentro de mí.

—¿Hola? —canturrea con guasa, creo que intenta sacarme de mi ensimismamiento pero fracasa estrepitosamente, la sonrisa pecaminosa que me dedica al darse cuenta de que lo estoy devorando con los ojos me deja totalmente fuera de juego. Joder… Soy incapaz de juntar dos palabras coherentes, mi cabeza solo grita obscenidades y ya me cuesta lo mío contenerlas ahí.

Su sonrisa se tuerce, sus ojos se estrechan insinuantes, y sus pies se dirigen hacia mí. Su lenguaje corporal me indica que, a pesar de no haber abierto la boca, sabe perfectamente lo que estoy pensando.

Intento decir algo, pero su mano acariciando mi mejilla me silencia de nuevo:

—Me gustas, me pones muchísimo —murmura con tono sugerente en mi oído, provocándome un escalofrío, las piernas empiezan a temblarme—. No digas nada, solo asiente, ¿quieres jugar?

Afirmo sin pensarlo, totalmente seducida; su rostro se ilumina ante la expectativa, su expresión es puro sexo.

Me coge de la mano y me insta a acompañarlo, nos alejamos unos metros del grupo de limpieza. ¡Estoy como una cabra! Me estoy escabullendo con un tío con el que no he cruzado ni una palabra, ¿vamos a follar? Mi sexo palpita salvaje y expectante, y sé que quiero hacerlo.

—Aquí detrás hay una fuente, ven… —Me mira con intensidad, intentando transmitirme confianza, lo consigue.

Cuando llegamos me apoya contra una roca, al lado de la fuente natural. Las voces del resto de voluntarios se oyen perfectamente por encima del sonido del agua cayendo, no estamos muy lejos.

Sonríe, sonrío. Los dos sabemos lo que queremos. Se acerca y presiona su cuerpo contra el mío, mirándome a los ojos, su nariz rozando la mía. Flexiona las piernas para presionar su erección, prisionera en los vaqueros, contra mi pubis. Un jadeo se escapa de mis labios, entrecierro los ojos.

—Bonita voz, me gusta como suenan tus gemidos… Es lo único que quiero escuchar de ti mientras estemos aquí. ¿Te parece bien?

Me parece perfecto, así que asiento de nuevo.

—Tus ojos hablan por ti, están quemándome.

De pronto siento una de sus manos helada y mojada en mi cuello, limpia mi sudor con ella. La otra la cuela detrás de mí y la pone sobre mi trasero, nuestras caderas están encajadas una contra otra, bailan solas, presionándose en busca de placer. Nuestras miradas entrelazadas se abrasan una a la otra, nuestros acelerados alientos se mezclan, pero no nos besamos, solo contemplamos el efecto que causamos el uno en el otro. Moja de nuevo su mano bajo el agua y refresca mi cuello y mi escote, sin aventurarse más allá, el agua resbala y empapa mi camiseta…

—Dios, mírate, tus pezones van agujerear la tela.

Sus manos envuelven mi cintura ahora; suben por mis costados hasta conquistar mis pechos. Los presiona con fuerza y atrapa las endurecidas puntas entre dos de sus dedos y aprieta.

Un jadeo de dolor y placer empieza a escapar de mi garganta, él lo acalla invadiendo mi boca con la suya de forma brusca y exigente, lamiendo y devorando mi lengua y mis labios.

Las ganas nos desbordan.

Mi mano se cuela entre nuestros cuerpos, tiro del botón de sus vaqueros y los desabrocho. Él baja mis pantalones y saco una de mis piernas. Aparta mis bragas a un lado, libera su pene, me clava sus ojos ardientes, pega una de mis piernas a su cadera y de una estocada penetra hasta lo más profundo de mi vientre.

Por un momento temo que este fuego prenda el bosque, pero solo nosotros nos consumimos en él.

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2 Comentarios

  1. Uhhhhhhh muy bueno!!! me gusto muchisimo
    Segui asi!

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  2. Que suerte tengo de vivir al lado de un bosquecillo… has dado alas a mi imaginación. Me salgo a la calle a la de YA!

    Responder

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