Relato erótico de Íngrid

La bruja y el hechicero

 

Présteme atención, noble caballero, pues un cuento os quiero narrar, la historia de la bruja y el hechicero que no podía andar,…
Era un tiempo remoto y habitaban por aquellos lares, dragones, brujas, hechiceros y caballeros convertidos en viles infames,
Andaba por el camino uno de esos hechiceros, con la mirada perdida, sin andar un solo trecho,
En eso una bruja pasaba y al verlo se extrañó, voló con su escoba y de pasada por su voluntad le preguntó

-Qué os lleva a estos lares y porqué no camináis, el camino no se anda solo y no respondo si aquí os quedáis
-No es mi intención ofenderos, tan solo espero encontrar el remedio del mal que me aqueja y no me permite ni andar
-Y cual es éste mal, oh noble hechicero! Qué no os permite caminar?
-Una erección continua que me roza sin parar
-Esto tiene fácil remedio, tan solo os debéis tocar
-No es tan fácil, amiga mía, pues un hechizo me la impide sobar
-Quien os lanzó tan vil hechizo? Porqué esa extraña voluntad?
-Una bruja ramera a quien mi falo no logró penetrar
-Por vuestras vestimentas no veo una gran erección, así que desnudaos y mostradme el origen de tanto dolor
El hechicero accedió al deseo, de la bella bruja sin dudar, pues desde su llegada había notado que la erección crecía sin parar
-Es en verdad un gran atributo más no me puedo creer que no lograrais darle gusto con semejante parecer,
Esa bruja no sabía como manejar la situación pues esa polla me entraría en cualquier posición
si no os importa os daré el gusto de aliviaros de éste mal, mas si no me doy por satisfecha mi conjuro será letal
Empezaré con la boca, para degustar tan bello falo, pues lubricada debe estar para penetrarme sin desmayo
-De éste modo la bruja empezó con una felación que al hechicero le cortó la respiración,
sus ojos se tornaban en blanco, el frío sudor recorría su torso ancho, ya no podía aguantar más cuando un impulso le obligó a follársela sin cesar.
Ningún problema tuvo en entrar en sus orificios, ahora coño, ahora culo, ahora boca sin más remilgos
La bruja no cesaba de jadear y gemir y un orgasmo tras otro conseguía sin pedir
hasta que el hechicero logró correrse y dejar ya de sufrir
De éste modo consiguieron romper ese hechizo cruel y en los mejores follamigos se convirtieron ella y él.

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