Dulce mañana
Era domingo me encontraba a solas en mi cuarto. Las 9 de la mañana, otro día más él no estaba al despertarme. Sabía muy bien que por mi lenguaje corporal necesitaba que me hiciese el amor, que me acariciase todo el cuerpo con sus dulces manos, que sus dedos acabaran deslizándose por donde mi deseo pedía a gritos que me hiciese explotar de placer.
Tenía que subir en cualquier momento, el paseo matutino de Milo no sería muy largo, llovía y hacia frio, me encanta los fines de semana otoñales, estar acurrucada junto a él hacía que mi cuerpo lo deseara en cada momento. Oí las llaves y en ese instante me empezó a palpitar mi deseo como nunca, se hizo eterna la llegada a la habitación, me hice la dormida y veía que silenciosamente y con mucho cuidado se desnudaba y se metió en la cama, uuummm estaba helado pero con el contraste de mi cuerpo ardiendo hacia que lo deseara mucho más, me abrazó desde atrás y con sus grandes manos cogió mis pechos, con los pulgares bordeando mis pezones duros y hambrientos de su boca. Bajó su mano hacia mi sexo esperando que reaccionara a sus caricias pero su sorpresa fue al comprobar lo húmedo que estaba, como si lo esperase como agua de mayo. Su exquisito quejido de placer susurrándome al oído lo deliciosa que estaba, me ponía a mil. Me giré suavemente deslizándome sobre su cuerpo hacia su manantial, era pura vida, mi lengua saboreando tan exquisito manjar, mis labios surcando por su pene tan duro, era incapaz de dejar de saborearlo, una y otra vez… una y otra vez…uuummmm. Me cogió fuertemente y me subió para besarme, un beso dulce y eterno, nuestras lenguas buscando el placer infinito. Me puso los brazos hacia arriba y con una sola mano me agarró de las muñecas, las piernas me las inmovilizó y al compás de su lengua sus labios saboreaban mi cuerpo, mis pechos eran interminables, mordiéndome mis pezones duros me estremecía de placer, mi piel estallaba de sensaciones, recorrió todo mi cuerpo hasta llegar a mi deseado clítoris, uuuummm que suave y húmeda esta su lengua, caliente… muy agradable para mi excitación, me soltó las muñecas para agarrarme de la cintura y subirme la pelvis con la almohada, era tanto placer que deseaba que me follara que me penetrara su magnífico pene, y yo le gritaba ¡¡fóllame!! ¡¡fóllame!! y sin dejar de lamer mi excitado clítoris me decía que no, todavía no, era una tortura, una tortura exquisita. Uuuummmm sus dedos penetrando mi encharcada vagina uuummm, abrió el cajón de la mesita y cogió a Pedrito, nuestro compañero de juegos, lo hizo vibrar y lo introdujo en mi vagina, que placer uuummm ¡¡ por Dios!! y su lengua húmeda acariciándome el clítoris como solo sabía hacerlo el, llegó mi explosión, gritando de placer y pataleando el no dejaba de estimularme para que sintiera mi orgasmo hasta el máximo, le encantaba beberse mis jugos, esos jugos que él había creado. Un momento de respiración abrazados y mirándonos con esos ojos de placer, su pene me llamaba a gritos deseaba penetrarme , pero con mi malicia de mujer me subí encima suyo, agarrándole las manos, palma contra palma para hacerle vibrar y que su deseo creciera, recorrí su cuerpo con mi lengua, él levantando la pelvis como signo de impaciencia, le hice sufrir hasta llegar mi boca a su pene, que delicioso, que placer, solo por verle la expresión de su cara valía la pena hacerle sufrir, cuando estaba ya a punto de estallar de placer me subí encima y deje que me penetrara, que sensación tan agradable, los dos al mismo ritmo y él acariciándome los pechos hicieron que llegara al orgasmo, tenso y quieto muy quieto con esos gritos de placer que tanto me gustan, hacía que mis movimientos se aceleraran, hasta acabar los dos abrazados fuertemente saboreando aquel instante tan placentero, acabando relajados en la cama, después de un buen rato nos duchamos juntos con una complicidad exquisita, acariciándonos ,uuummm que estupenda mañana de domingo. Esperando el desayuno hambrienta y jugueteando con comentarios de lo sensacional que había sido el despertar. Uuummm quiero más.
Tenía que subir en cualquier momento, el paseo matutino de Milo no sería muy largo, llovía y hacia frio, me encanta los fines de semana otoñales, estar acurrucada junto a él hacía que mi cuerpo lo deseara en cada momento. Oí las llaves y en ese instante me empezó a palpitar mi deseo como nunca, se hizo eterna la llegada a la habitación, me hice la dormida y veía que silenciosamente y con mucho cuidado se desnudaba y se metió en la cama, uuummm estaba helado pero con el contraste de mi cuerpo ardiendo hacia que lo deseara mucho más, me abrazó desde atrás y con sus grandes manos cogió mis pechos, con los pulgares bordeando mis pezones duros y hambrientos de su boca. Bajó su mano hacia mi sexo esperando que reaccionara a sus caricias pero su sorpresa fue al comprobar lo húmedo que estaba, como si lo esperase como agua de mayo. Su exquisito quejido de placer susurrándome al oído lo deliciosa que estaba, me ponía a mil. Me giré suavemente deslizándome sobre su cuerpo hacia su manantial, era pura vida, mi lengua saboreando tan exquisito manjar, mis labios surcando por su pene tan duro, era incapaz de dejar de saborearlo, una y otra vez… una y otra vez…uuummmm. Me cogió fuertemente y me subió para besarme, un beso dulce y eterno, nuestras lenguas buscando el placer infinito. Me puso los brazos hacia arriba y con una sola mano me agarró de las muñecas, las piernas me las inmovilizó y al compás de su lengua sus labios saboreaban mi cuerpo, mis pechos eran interminables, mordiéndome mis pezones duros me estremecía de placer, mi piel estallaba de sensaciones, recorrió todo mi cuerpo hasta llegar a mi deseado clítoris, uuuummm que suave y húmeda esta su lengua, caliente… muy agradable para mi excitación, me soltó las muñecas para agarrarme de la cintura y subirme la pelvis con la almohada, era tanto placer que deseaba que me follara que me penetrara su magnífico pene, y yo le gritaba ¡¡fóllame!! ¡¡fóllame!! y sin dejar de lamer mi excitado clítoris me decía que no, todavía no, era una tortura, una tortura exquisita. Uuuummmm sus dedos penetrando mi encharcada vagina uuummm, abrió el cajón de la mesita y cogió a Pedrito, nuestro compañero de juegos, lo hizo vibrar y lo introdujo en mi vagina, que placer uuummm ¡¡ por Dios!! y su lengua húmeda acariciándome el clítoris como solo sabía hacerlo el, llegó mi explosión, gritando de placer y pataleando el no dejaba de estimularme para que sintiera mi orgasmo hasta el máximo, le encantaba beberse mis jugos, esos jugos que él había creado. Un momento de respiración abrazados y mirándonos con esos ojos de placer, su pene me llamaba a gritos deseaba penetrarme , pero con mi malicia de mujer me subí encima suyo, agarrándole las manos, palma contra palma para hacerle vibrar y que su deseo creciera, recorrí su cuerpo con mi lengua, él levantando la pelvis como signo de impaciencia, le hice sufrir hasta llegar mi boca a su pene, que delicioso, que placer, solo por verle la expresión de su cara valía la pena hacerle sufrir, cuando estaba ya a punto de estallar de placer me subí encima y deje que me penetrara, que sensación tan agradable, los dos al mismo ritmo y él acariciándome los pechos hicieron que llegara al orgasmo, tenso y quieto muy quieto con esos gritos de placer que tanto me gustan, hacía que mis movimientos se aceleraran, hasta acabar los dos abrazados fuertemente saboreando aquel instante tan placentero, acabando relajados en la cama, después de un buen rato nos duchamos juntos con una complicidad exquisita, acariciándonos ,uuummm que estupenda mañana de domingo. Esperando el desayuno hambrienta y jugueteando con comentarios de lo sensacional que había sido el despertar. Uuummm quiero más.
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