Relato erótico de Queen Desert

Un mes de espera Llevábamos un mes sin vernos y la tensión sexual era insostenible. El día anterior la escribí: “Nuestro primer polvo después de tanto tiempo tiene que ser muy lento. Quiero que nos besemos como adolescentes, como si fuera la primera vez; quiero que tardemos horas en desnudarnos, aprendernos nuestros cuerpos a través de la ropa, meternos mano como si no supiéramos lo que hay debajo, como si nos diera miedo hacerlo; quiero saborear cada centímetro de tu piel, quiero que estés tan húmeda por mi culpa que empapes tu ropa, tus piernas, mis dedos, mi boca. Quiero beberte. Quiero oírte gemir y gritar como nunca lo has hecho. Quiero estar tan excitado que me duela, tan duro que cuando me agarres no me quieras soltar. Quiero jugar hasta no aguantar más, y seguir un poco más. Quiero llevarte al límite y parar, y volver hacerlo mil veces, hasta que me supliques que te folle, que te llene de mí, que escapemos a un mundo donde sólo existamos tú, yo y nuestro deseo. Todo eso lo quiero mañana.” Al llegar a casa nos fundimos en un abrazo y nos besamos durante una eternidad. Nuestros labios y lenguas se confundían, y nuestras manos luchaban por deshacerse de la ropa y sentir el tacto de nuestra carne. Mis dedos se deslizaron bajo su vestido, siguiendo el recorrido de las medias, hasta toparse con el borde de sus bragas, y continuaron bajo ellas, despacio, disfrutando del descubrimiento del territorio prohibido. Ella tomó mi gesto como una invitación, me desabrochó los vaqueros y metió una de sus manos en mi bragueta....

Relato erótico de Love 2.0

  Juegos virtuales   Ya estoy en casa Bien, me alegro. ¿Ya te has quitado la ropa? No, te estoy esperando. Vale, dame cinco minutos y te desnudo yo. Vale, pero desnúdame, no te dejes nada. Como quieras. ¿No pasarás frío? Sí, pero no me pondré el pijama hasta que no haya acabado contigo. Vale, soy todo tuyo. Te cojo del sofá, te llevo a tu habitación y cerramos la puerta. Vale, un momento. Ahora ya soy toda tuya. Estoy detrás de ti y te quito el botón del pantalón mientras te beso el cuello. Y tú piensas, oh my. Me ha salido más tipo suspiro. Te bajo los pantalones un poco e investigo qué escondían debajo. Te sera difícil porque me he tumbado en la cama boca abajo. Pero con el botón abierto, claro. Bueno vale, te bajo los pantalones empezando por la cintura. Al bajarlos te quito también las bragas, me has dicho que no te deje prendas y yo soy muy obediente. Ok, bragas fuera. Vale, sin bragas. Y ahora te quito la camiseta negra y el sujetador, negro también. Rojo. Rojo oscuro. Sí. Con la luz roja no se distingue bien. Te quito también los calcetines, que son muy poco sexies. Hace rato que no llevo calcetines. ¿Me puedo meter en la cama? Tengo frío. Vaaale. ¿Sigues boca abajo? Sí. Pero debajo del edredón ahora. Pues me temo que te vas a llevar unos azotes, ese culo es un provocador, aunque esté bajo el edredón. Me gustan los azotes. Y mientras te pego tú te llevas una mano entre las piernas y te tocas. Y estás mojada....

Relato erótico de Perspicaz

La joven del paraguas rojo    Beatriz y Toño comparten apartamento. Les habían desalojado de los suyos y el bueno de Manolo, el del bar de siempre, les alquiló uno encima del establecimiento a buen precio, con una obligación: Que le cuiden sus plantas. No tienen pareja por lo que, después de unos días cada uno en una habitación han decidido ocupar la misma. Se gustan físicamente y no tienen prejuicio alguno. Cuando quieren si y cuando no, pues no. Sin problemas. Duermen desnudos, salvo los días femeninos de Beatriz. Menos ropa que lavar. Toño trabaja como informático desde casa. Salvo que vaya a visitar a algún cliente, sólo sale de ella al bar de Manolo a comer. Beatriz lleva un horario muy loco. Unos días se levanta tarde, otros no. Unos, vuelve temprano, otros no y algunos ni viene. Si coinciden a cenar, acostumbran a tomar bocadillos. Luego ella ve la televisión y él con su Internet. A ella le van los “Reality”. A él las “WebCam” de ciudades del mundo para hacerse la ilusión de que las visita. Ello no les impide intercambiar opiniones de modo cordial. Firmaron el pacto de no hacerse preguntas para no obtener respuestas. Los fines de semana cada uno va a “su bola”, que a veces es la misma… Si coinciden a la hora de acostarse, las más de las veces acostumbran a prodigarse toda clase de juegos eróticos hasta que el cuerpo aguanta. Les gusta jugar y fantasear con aparatitos. Si ella vuelve tarde y él está dormido, o se lo hace, se ducha y, una vez aseada se introduce en...

Relato erótico de Selegna

Sex con Sabal   25 Enero 2013.Como cada día me encuentro en mi hospital, en Londres,…trabajando, no hay mucha gente por aquí, no creo que mi médico preferido aparezca… así que, hoy lo de limpiar habitaciones, no tiene mucha gracia… me falta motivación!! Me entretengo tarareando canciones mientras pienso en él, esta vez “The Heart Asks Pleasure First” de “Michael Nyman”, banda Sonora de “El piano”, se me nubla la vista recordando el contenido erótico de esta película e maginando a Sabal, que así se llama mi médico, y a mi retorciéndonos de deseo de esa manera. Creo que él no es impasible a cada gesto mío, una sonrisa, una mirada, pareciera que el tiempo se detuviese en estos pequeños momentos… Un “Good Morning” irrumpe mi ensoñación, ¡¡es él!!… a duras penas puedo responderle, mi entrepierna esta húmeda e inesperadamente ahora más. Se dirige a la oficina y deja su chaqueta, clava sus ojos en los míos y se dispone a trabajar. ¡¡Madre mía!!, que mirada tiene, penetrante, sensual, su piel morena, este hindú verdaderamente me tiene loca. De repente, una idea picara me viene a la cabeza. Escribo una nota “YOU MAKE ME FEEL CRACY…” La doblo y me dirijo a la oficina y, haciendo como que limpio, meto la nota en el bolsillo de su chaqueta. Oh! ¡¡Mi adrenalina esta por las nubes!! Si alguien me viera… ¡¡Qué excitante…!! ¡¡Por Dios Marian!!, me digo a mi misma, ¡¡ya, basta, céntrate y trabaja!! Así que me voy a limpiar una habitación vacía de las tantas que hoy tengo que hacer, a este paso veremos si no me despiden....

Relato erótico de Alfredo María

Tarde en el parque    Aunque fuera primavera, la tarde era calurosa, así que no se extrañó al ver a Tere con un vestido corto de paño blanco que prohibía la mirada a sus interiores con un tejido interior más opaco. Aunque la conocía desde principios de noviembre y el hecho de acostarse con ella era algo normal, hoy la veía realmente espectacular. Un generoso escote le permitía ver el canalillo de sus bien puestos pechos. Sentía que se iba excitando poco a poco, pareciendo un adolescente hormonado. Tras un beso y un “cómo ha ido el día”, decidieron ir a la terraza del parque que había cerca. La tarde invitaba a ello. Hablaron de todo y de nada, mientras Jorge bebía una cerveza y Tere tomaba un helado que se le había antojado, aludiendo al tiempo que no lo hacía. Su forma de lamer el helado era pura lascivia. No podía parar de mirar el escote y las hermosas piernas que iban cruzando de un lado a otro, intentando Jorge atisbar lo hacía lo que había entre ellas. Entre los cruces, los lamidos, el escote, el calor y la poca concentración que le quedaba, Jorge se fijó en algo que destacaba sobre el vestido.      – ¿No llevas sujetador? Mientras Tere se bajaba el vestido hasta enseñar sus pezones erectos por el frío del helado, contestó:      – No Jorge contestó rápido:      – Me estas poniendo y mucho Separó sus piernas, se subió el vestido y separó su ropa interior de la piel, enseñándo su sexo:      – ¿Te pongo más así? La...

Relato erótico de Estrella de Mar

De compras    Era una mañana tranquila de trabajo, llevaba bastante tiempo en la sección de caballero y todos los días eran bastante parecidos. Había un flujo continuo de clientes, no demasiados, pero nunca pasábamos un turno aburrido. Era una sección bastante entretenida, solía recrearme la vista bastante la vista con la cantidad de hombres atractivos que pasaba por allí. Unos más jóvenes, otros maduros. En ocasiones fantaseaba con ellos, en especial en días como hoy que estaba recién depilada y sentía a cada paso el roce de las bragas de seda sobre mi sexo, a veces la humedad era tan perceptible que me ruborizaba. Llevaba tiempo sin hacer el amor con mi marido, aun así me gustaba siempre estar bien depilada y usaba ropa interior sexy; y tampoco me impedía disfrutar de esos momentos de autoerotismo que tenía en el trabajo. Adoraba a mi marido, pero el sexo con él era bastante aburrido y monótono. Venía de colocar unas prendas cuando vi a aquel hombre junto al mostrador, tuve que mirarlo dos veces para percatarme, era muy atractivo.-Estoy buscando una camisa para combinar con un traje nuevo- dijo sonriendo. Me descolocó. No sé si realmente necesitaba ayuda para elegir, o era la excusa para iniciar una conversación absurda para acompañar el coqueteo. Yo seguí el rollo, me apetecía jugar. Era evidente que no había ido mucho de compras, me resultó muy fácil adivinar su talla y le di un par de camisas para que se probara. Había empezado a notar un hormigueo desde el vientre hasta la entrepierna, me empezaba a poner un poco nerviosa. Me pidió que...

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