Las preguntas relacionadas con la sexualidad muchas veces se convierten en una fuente de estrés para los padres y madres… ¿qué le digo? ¿cómo? ¿hasta dónde le cuento? ¿a partir de que edad?
La verdad es que la educación sexual ha sido para muchas generaciones algo inexistente y casi todo lo hemos aprendido por amigos, revistas, cine, etc. Aún recuerdo una charla que nos vinieron a dar en su día al colegio, ¿una sexóloga? ¡que va! una comercial de una conocida marca de tampones que más que nada nos hizo un repaso de los aparatos reproductores tanto masculinos y femeninos y de como se da la reproducción (algo que ya habíamos estudiado en clase) para luego hablar de la regla y aprovechar a hacernos la entrega de un «obsequio». ¿Interés en dar buena información a los adolescentes o ganar nuevas clientas? Ejem…no hace falta que conteste.
A día de hoy cada vez hay más colegios que se inclinan por una verdadera educación sexual, unas charlas desde las que se informa, se enseña, se advierte y, muy importante, se responde a las preguntas. Personalmente me he llegado a encontrar preguntas de todo tipo, desde gente que tenía cierta base y quería saber más hasta la inocencia (¿o es desinformación?) de un niño que se preguntaba como su vecino había podido tener un hijo si era cojo…
Está fenomenal que todos los temas, desde los más pequeños hasta los más complicados se puedan resolver en el colegio pero no hay que dejar de lado la información que se les de en casa porque, al fin y al cabo, es donde más confían, donde se sienten cómodos y donde la respuesta no se va a limitar a una retahíla biológica sino a la parle lúdica y emocional.
Muchas veces vemos su acercamiento a la sexualidad con miradas, gestos, comentarios y también es normal que se acerquen a preguntar y da igual a la edad que lo hagan, si ellos preguntan tú respóndeles. Así de fácil. Pueden hacer cientos de preguntas (¿que es el universo? ¿qué es la crisis? ¿y la muerte? ¿por qué los tomates son rojos?) que siempre intentaremos responderles lo mejor que sepamos pero cuando llega una pregunta de contenido sexual nos tiemblan hasta las canillas… eeeeeerror!
Porque la realidad es que lo importante no es lo que le contestes en si sino la forma en que lo hagas. ¿A qué me refiero con esto? El sexo siempre ha sido «tema tabú», algo de lo que no se habla, y muchas veces, si vuestro hijo/a se acerca con una pregunta puede veros nerviosos, esquivos, incluso echando balones fuera «eso pregúntaselo a tu madre/padre» y con eso está recibiendo un mensaje: esto no se pregunta, de esto no se habla. Y luego…luego vienen las sorpresas.
Responde con normalidad, no inventes historias ya que no son necesarias, al igual que si te pregunta que de donde sale la miel, por ejemplo, le explicas lo de las abejas o si te pregunta de dónde sale la leche no te inventas que de unas cataratas que hay más allá de Islandia, no tires de cigüeñitas y esas cosas, explícaselo con palabras simples y no le des más vueltas.
Una amiga me preguntaba «pero…el día que me pregunte algo…¿le cuento todo?» A ver, no nos pongamos nerviosos. Esto no es (o no debería ser) como en las películas que llega el día D y se tiene «la gran charla» y «ya me lo he quitado de encima». Haz lo mismo que con el resto de los temas sobre los que te pregunte: da respuesta a su pregunta, ni más ni menos. Si eso es suficiente para él/ella se dará por satisfecho/a y sino, no te preocupes, que seguirá preguntando. Así de sencillo y es que muchas veces no hablan de ese tema porque les avergüence a ellos sino porque sienten que es a sus padres a los que les violenta.
La sexualidad es parte de nuestra vida desde que nacemos, es algo que nos rodea, que influye en nuestras relaciones, es algo que podemos vivir de una forma sana, positiva y natural o que se convierta en ese misterio lleno de dudas y preguntas. ¿Vosotros que preferís?
Etiquetas: educación sexual, hablando de sexo, terapia de pareja, terapia sexual