¿Eyaculación precoz?

Imagen: La persistencia de la memoria (Salvador Dalí)

Antes de nada, he de decir que no estoy de acuerdo con el término «eyaculación precoz» (de ahí que vaya a tacharlo cada vez que lo escriba) porque, de esta forma, estamos marcando un tiempo reglamentario para que se desencadene la eyaculación y no lo hay. Un mismo tiempo para una persona puede resultar muy corto y para otra no, va en función de como se viva y si se define o no como un problema.

De hecho, muchos de los hombres que afirman ser eyaculadores precoces, lo hacen únicamente porque así se lo ha reflejado su pareja, dejando de contar el tiempo por la satisfacción que les genera y pasando a estar marcado por una persona ajena, cosa que, si nos paramos a pensar, es ilógica… es como si llego y le digo a mi pareja «es que me gustaría que tus estornudos fuesen más largos»…ejem, claro.

Durante mucho tiempo, la mujer «no tuvo» sexualidad, eso era cosas de hombres que eran los que podían disfrutar de ella, para la mujer era un medio para procrear, nada más. Tras la segunda guerra mundial surgió la píldora anticonceptiva de la mano del movimiento femenino, exigiendo las mujeres que fueran contadas por igual, que una mujer puede ser libre sexualmente sin buscar como fin la reproducción y Masters & Johnson dan luz a todo este tema descubriendo que la mujer tiene orgasmo al igual que el hombre, en su día un gran notición.

Y os estaréis preguntando ¿pero esto que tiene que ver con el tema tratado? Pues mucho, porque el problema vino cuando se le otorgó al hombre la capacidad de hacernos sentir o no sexualmente satisfechas, dejamos en sus manos la responsabilidad de nuestro disfrute, de nuestro placer. Este es un legado que ha llegado hasta nuestros días, en los que no es sorprendente escuchar como alguna mujer echa la «culpa» a su pareja de su falta de orgasmo.

Todo esto, hizo (y hace) que el hombre se sintiese más presionado, que tuviese que «dar la talla» y producir orgasmos a la mujer. ¿Acaso el género masculino son superheroes ahora? Cada mujer debe hacerse responsable de su propia sexualidad ya que, curiosamente, entre las condiciones necesarias para que una mujer pueda alcanzar un orgasmo, no aparece el hombre en ningún punto… por algo será.

Pero bueno, centrémonos en el hombre que viva esto como un problema por sí mismo, no por mirarse en el espejo que es su pareja, es decir, aquel que sienta una falta de control sobre su orgasmo. Las causas de esto pueden ser:

– El modelo socio-sexual, es decir, lo que comentábamos anteriormente, la cultura, la herencia que nos llega sobre el «papel» que tenemos en las relaciones sexuales.

– Es un reflejo biológico. Con esto quiero recordaros que la eyaculación es un reflejo y, como tal, unas personas tardarán menos y otras más, cómo sucede, por ejemplo, si pellizcas a alguien, habrá quien salte inmediatamente y quien lo haga con unos segundos de diferencia.

– La ansiedad que, dependiendo de en que punto de la fase de excitación se de, puede afectar de una manera o de otra. Si se da al inicio de la fase: la respuesta sexual se cortaría, es decir, se pierde la erección, mientras que si se da ya alcanzado un alto nivel de excitación: hace que esta se dispare, se intensifique y se de un orgasmo con mayor rapidez.

– La experiencia. La mayoría de las veces que el hombre se masturba lo hace de forma rápida y ansiosa, ya sea para que no le «pillen», porque tiene cosas que hacer o porque quiere sentir la sensación orgásmica cuanto antes. Esto va a dar lugar a un aprendizaje muy sencillo: me excito- me masturbo un poco- eyaculo y tengo orgasmo. Se termina haciendo una asociación entre excitación y orgasmo, por lo que cuando ese hombre se encuentre en una relación sexual de pareja y llegue a ese nivel de excitación su cuerpo va a querer eyacular, porque es lo que ha aprendido.

Duración de la relación sexual. Os pongo un ejemplo: un hombre queda con una mujer que le gusta, van a cenar, hablan, ríen, miradas, algún beso, deciden ir a casa de uno de ellos, durante el camino lo piensa, fantasea, la desea… entran en casa, se desnudan, se acarician y ¡tachán! ¡eyaculación! No me hace falta saber si ha llegado a tener penetración o si ha sido incluso anterior a ella, eso no es una anomalía. El hombre se ha ido excitando mucho durante un largo tiempo y llega al orgasmo en ese momento, al que no consideraría rápido si tienes en cuenta que a lo mejor la fase de excitación comenzó ya en la cena o cuando se saludaron, es decir, la relación sexual en si ha empezado mucho antes de lo que solemos «contar» habitualmente.

Al alcance de nuestras manos tenemos la farmacología pero, salvo problema médico, no es nada recomendable aunque, hoy en día, gran parte de la gente prefiere tomarse una «pastillita mágica» a dedicarle un poco de tiempo y esfuerzo para solucionarlo, pero hay que pensar una cosa: la pastillita no estará ahí siempre, nosotros si.

Ante los casos de eyaculación precoz no es necesaria una terapia sexual propiamente dicha, ya que partimos de que no es ningún problema, pero los terapeutas si que podemos ayudar a que se de un crecimiento erótico: enseñarle a durar más, a retrasar su orgasmo y a realizar un reaprendizaje a base de diferentes ejercicios.

Mi consejo: dejemos de mirar el reloj, de pensar si dura mucho o poco, de darle importancia a que alguien eyacule antes o después. Como bien sabéis, la relación sexual no termina cuando uno de los dos alcanza el orgasmo, así que no hagamos de esta situación la guinda del pastel y seamos tan tontos de perdernos el resto de la tarta.

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