La palabra normalizar, tan de moda en estos tiempos, me dio el «empujón» que necesitaba para acercarme a ver la última película de Julio Medem. Después de años viendo estereotipados modelos homosexuales ¿por fin nos encontraríamos con algo más? , ¿con una historia entre personas?. No, me temo que no.
La película empieza y termina con clichés. La presentación, dos mujeres, una de ellas Alba (Elena Anaya) lesbiana y, por ello, dotada del atuendo «habitual»: vaqueros y camisa de cuadros acompañados por un corte de pelo completamente masculino. La otra mujer, Natasha (Natasha Yarovenko, si, no le dió muchas vueltas a lo del nombre) una mujer heterosexual completamente «femenina», con pelo largo, vestidito, tacones, etc. Hasta tal punto lo remarca que incluso vistiéndolas de la misma forma podemos ver como el cinturón del albornoz de una ciñe la cintura mientras que el otro cae recto en un corte mucho más masculino.
No sólo el vestuario es lo que lo marca sino la actitud, ya que durante toda la película se las ve como hablan y se manifiestan desde el patrón rol masculino-rol femenino y ya son ganas de alimentar la idea de que, en una pareja homosexual, uno de los dos tenga que optar por un rol u otro. No dejemos que la idea de la «pareja tradicional» con la que hemos crecido nos haga ver todo desde el punto de vista completamente heterosexual.
Nos encontramos con perlitas como «te voy a sacar el mayor de los orgasmos»…que manía con dejar la satisfacción de uno en manos del otro y, además, ¿de donde los saca? ¿tenemos una cajita por ahí abajo con todos los orgasmos guardados y no he sido capaz de encontrarla?, es más, si la tenemos ¿tienes que venir tú a abrirla?. ¡Vale ya de poner en manos ajenas la responsabilidad de nuestra propia sexualidad!
El tema de los juguetes es otra cosa ya que, en un momento dado, en el que Natasha nos deja ver que le gustaría usar un vibrador la respuesta de Alba es «yo no necesito eso». ¿Quién ha hablado de necesitar? Un juguete erótico es un aporte más, un elemento que no es necesario para el placer y no sustituye a nadie. Hablando de ello os dejo aquí una entrada a un blog amigo por si queréis leer algo más sobre estas «no-necesidades».
La relación entre ellas se muestra a través del «esto está mal», del «no quiero que afecte a mi vida», del «yo no soy así» (¿alegando locura transitoria para vivir una experiencia homosexual?) y rodeada de mentiras e historias que hacen que todo sea menos real aún.
Todo esto, junto con menciones atroces al incesto y abuso por parte de uno de los padres, al aborto, a la pérdida de hijos y unos cambios maniacos-depresivos que no vienen a cuento y que lo único que están enviando es un mensaje deprimente sobre dónde te puede llevar el dolor.
No soy lesbiana, no he vivido una relación homosexual, pero no lo necesito para pensar que una relación así es completamente sana, no tiene porque ser dañina y, sobre todo, puede estar llena de amor y sinceridad, pero por más que busco algún resquicio de ello en la película no hago más que toparme con dos cuerpos desnudos que no transmiten ni cariño, ni erotismo, ni nada de nada.
Pinchando aquí os enlazo a la reseña que ha hecho sobre ella Felipe, creador de «La habitación nº26», porque de todo hay que tener más de un punto de vista y él como crítico, publicista y amante del cine, nos lo da.
Etiquetas: cine, crítica, habitación en roma, homosexualidad, julio medem, la habitación nº26
buenas!!! supongo que la peli se escudará en la atracción que las dos actrices puedan ejercer en el público, pero si dices que no vale nada, no me extraña.
quería preguntarte si has visto "the L word", y de ser así, qué te pareció cómo abordaba este tema. Un beso! 😉
Hola Luis!! no vale nada de nada porque además la música y las "clases de colegio" de historia romana son para morirse!
La verdad es que sólo vi algún capitulillo suelto por lo que no te puedo decir pero la veré y te comento! 🙂
un beso y gracias por tu comentario!
Es taaaaan típico lo del cliches…ains. Lo peor de ello es que te dicen que lo que hacen es reflejar la realidad…la pescadilla que se muerde la cola. Modelos televisivos, modelos para la gente de los que es difícil separarse…sobre todo si no se sabe que hay otras opciones.
Así que, si opto a verla, será para echar la tarde de películas de humor,no? 😉
Gracias Marta!
A disfrutar(se)!
bienvenida a Destino: Placer, Mónica! toda la razón en tu comentario, al final la tv, el cine y restos de medios de comunicación no hacen más que alimentar esa idea preconcebida que se tiene de las lesbianas…
y si, desde luego te ries! pero agarrate al sofá cuando cuenten sus "milongas" porque vas a flipar jejeje
un beso!
Interesante. Saludos
Gracias y bienvenido!