Relato erótico de Antonio Perez

MARCACIÓN POR VOZ
      – Sorpréndeme, a ver lo que haces con los ojos vendados y las manos atadas – le dijo a María dirigiéndole una insinuante mirada. Se quitó su cinturón fino de piel, y con él le ató las manos a la espalda. Después, cogiendo un amplio pañuelo de seda roja, lo anudó alrededor de la cabeza de María, privándole completamente la visión.
      María lo dejó hacer, con una sonrisa malévola en su cara, como quien con un as en la manga ve a su enemigo creyéndose ilusamente ganador.
      Pedro quería que esa noche fuese distinta: hacía justo un año que vivían juntos, y habían comenzado la noche con una cena especial, donde las velas tampoco habían faltado.
      – Sabes muy bien que aunque prescindas de mi sentido del tacto y de la vista, dejas libre mi sentido más sexual: mi cerebro – dijo María, intentando desde el principio ser provocadora.
      – Dudo mucho que puedas excitarme demasiado con ese órgano. Sabes que lo que a mí me gusta es algo más físico.
      – De acuerdo – María se trazó un plan. Tenía localizado mentalmente su móvil sobre la mesa, aún sin retirar. Dirigiendo su voz hacia el terminal, pronunció con voz alta y clara: 6-6-9-4-5-0-1-2-2. Cinco segundos después, alguien respondió por el altavoz, que estaba activado.
      – ¿María?
      – Sí, soy yo. ¿Qué tal? ¿Puedes hablar unos minutos?
      – Muy bien. Y dime, tengo para ti todo el tiempo del mundo, ya lo sabes.
      – ¿Serías capaz de acordarte de lo que más me gustaba?
      – Si te refieres al sexo, sí, por supuesto, pero ¡qué pregunta!
      – Dime por favor cómo era. Necesito ardientemente que me lo digas.
      – Está bien: te gustaba estar de pie, con las piernas obscenamente abiertas y un poco flexionadas, con los brazos levantados y las manos detrás de tu cuello, y con los dedos entrelazados, como impidiéndoles participar en lo que yo hacía. Y cerrando los ojos para que nada perturbase las sensaciones que ibas a recibir.
      – No te cortes ahora. ¿Y qué era lo que tú hacías?
      – No sé lo que pretendes, pero seguiré tu juego. Te gustaba que mi lengua recorriese tu culo y tu coño, y luego, cambiando de dirección, que recorriese tu coño y tu culo. Una y otra vez. Y después de un rato deliciosamente largo, exclamabas ¡necesito ahora comerte tu polla! Lo que viene a continuación sería inútil describirlo.
      – Gracias, Antonio. Me has hecho un gran favor, de veras.
      – ¿Y me dejas así? ¿Sabes que con mi propia descripción me he puesto a cien?
      – Sabes que lo nuestro acabó, que siento cariño hacia ti, pero también sabes que estoy muy a gusto con tu amigo Pedro.
      – Estupendo; lo acepto. Pero ya sabes que me tienes a tu disposición para lo que quieras, y no sólo para describir situaciones placenteras, aunque según parece, ya pasadas.
      – Un beso.
      – Otro intenso para ti.
      Pedro desde el primer momento de la improvisada llamada telefónica se quedó  sin saber qué pensar, y menos aún qué hacer. ¿Qué pretendía María con esa maniobra telefónica? ¿Ponerlo celoso con su antiguo novio? O por el contrario, ¿lo que quería era darle a conocer la postura que más le gustaba para que él la pusiera en práctica esta noche tan señalada?
      La reacción de Pedro era toda una incógnita para María, y él lo sabía. Jugaba con la ventaja de que María no podía ver la expresión de su rostro; por tanto sólo delataría su reacción cuando empezara a hablar. Y el problema era que todavía no tenía claro en qué dirección hacerlo.
      Tras unos minutos de inacción por parte de nuestros dos protagonistas, fue María quien rompió el silencio:
      – ¿Te importaría ponerme de pie, quitarme la falda y bajarme las bragas?
      Y por fin Pedro comprendió: había retado a María a una situación de máxima excitación. María había aceptado el reto a la primera sin traba alguna. Y María lo había conseguido: hacía tiempo que Pedro no sentía tanta excitación sexual acumulada. María había ganado.
      El deslizamiento orgásmico que experimentó María lo recordarían ambos durante mucho tiempo; tal fue la forma inusitadamente intensa con que Pedro procedió.

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2 Comentarios

  1. Que chorrada de relato!!!!! He de confesar que sigo vuestro blog, pero con estos relatos, comienza a perder calidad.

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    • para gusto los colores, anónimo…y todo el mundo es libre de participar en el concurso de relatos, no creo que por eso el blog pierda calidad sino que aumenta en variedad 🙂
      gracias por escribir!

      Responder

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