Relato erótico de Bayba

 ASÍ…SIEMPRE

      -Sorpréndeme, a ver lo que haces con los ojos vendados y las manos atadas.

      Estas palabras resuenan en el interior de mi cabeza. Mi cuerpo aún está  bajo los efectos de tu penetración implacable, pero suave, varonil pero caballerosa, intensa e íntima a más no poder. No me decido a moverme lo más mínimo. Es tal el placer que he experimentado que no quiero se me escape por algún lado.

      Ha sido algo digno de vivir. Nunca antes te había recibido con tantas ansias acumuladas o al menos eso me has hecho sentir.

      Para cuando llegaste a explotar dentro de mí, yo lo había hecho ya tres veces seguidas. No sé como será el séptimo cielo o si ni siquiera existe pero esas horas fueron celestiales. Mi cuerpo casi ni me lo sentía, era como un espíritu flotando en el aire.

 

      Si me hubiese muerto acto seguido, pienso que no habría perdido nada. Lo que me queda por sentir en la vida no creo pueda superarlo.

      El listón está tan alto que me temo que no lo podremos rebasar.

      ¡Aunque, tratándose de nosotros dos, es más que posible!

      La lluvia golpea con fuerza la claraboya de tu ático. No sé que hora puede ser. No sé si tan siquiera el tiempo sigue pasando o se ha detenido en la estancia donde estamos para siempre.

      Ahora que voy recuperando el pulso de la cruda realidad, no puedo ver si es de día ya, porque sigo con los ojos vendados, tal y como te gustó que lo hiciésemos.

      ¿Eras sincero cuando me decías que si te miraba te quitaba la concentración y durabas menos y por eso preferías tapármelos o es que no te gustan mis ojos grises, en contra de lo que me has dicho más de una vez?

      No quiero ni pensar en que me tapases parte de la cara para imaginarte que era otra la que estaba recibiendo toda la fuerza sexual de tu cuerpo maravilloso y perfecto. No lo podría aguantar, sería mi ruina.

      Quisiste que mis manos permaneciesen atadas para que no explorasen tu cuerpo, cual mariposas que revolotean y se posan con suavidad haciéndote cosquillas.

      A mí me encanta y enciende acariciarte mientras estamos unidos como jamás nadie ha estado nunca. Comprendo que a ti dichas caricias te hagan llegar al clímax con más facilidad, como a mí. Desde luego hasta donde me has llevado con mis manos sueltas sobre tu cuerpo no habrías podido hacerlo. Así que me tienes encantada de estar encadenada.

      No me atrevo a extender mi pierna para ver si sigues a mi lado no te vaya a despertar antes de tiempo.

      Podría  quitarme o al menos levantarme el antifaz pero pienso, tonta de mí, que si lo hago tal vez rompa el hechizo de todo y lo que creo haber sentido sea sólo un sueño.

      La lluvia amaina. Me gusta mucho y pasear a tu lado con mi paraguas, para sentirte más pegado a mí. Así, a los que nos ven no les puede quedar la más mínima duda de que nos queremos, de que no soy una compañía pasajera.

      Por primera vez me alegro de que esté parando de caer agua. Me acaba de permitir escuchar tu dormir acompasado. ¡No has sido un sueño!

      Tu respiración ha cambiado, la noto más cercana. Te has despertado.

      Siento tu mano experta acariciando mi sexo que te está esperando. Sigo desnuda del todo, no tienes el más mínimo obstáculo. No me hagas esperar más.

      Te acercas, mientras tus labios besan mis pezones que seguro están tiesos pues me duelen los pechos. Si me los pinchases reventarían.

      Tu pierna separa las mías con destreza.

      Vuelves a cabalgar sobre mí. Tu vitalidad no ha bajado lo más mínimo con respecto a las últimas horas, todo lo contrario. Es posible que dada tu alta intensidad, la duración sea algo menor, pero no me importa.

      No te lo voy a decir. Sé que lo adivinarás. Tú eres inteligente y sensible a partes iguales.

      Ponme el antifaz y ata mis manos la próxima vez que quieras demostrarme todo tu amor. A ti te satisface sobremanera y a mí ¡Me vuelve loca!

      ¡Lástima no haberlo descubierto antes!

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