Tango
Ella entra en escena caminando pausadamente. Se sienta a los pies de la cama y coge una de las finas medias que descansan a un lado. Cruza su pierna derecha sobre la izquierda y la bata de satén color carmesí se abre cayendo hacia los lados. Introduce los dedos de su pie derecho en la sedosa media deslizándola hacia arriba ayudándose con ambas manos, seguidamente inicia una lenta caricia desde la punta de su pie hasta llegar al encaje elástico que ajusta la media a su muslo y baja la pierna posándola delicadamente en la tarima.
Hace un gesto para alcanzar la otra media entreabriendo sus piernas y mostrando por unos segundos su pubis bajo un volante de tul rojo. Se escucha un ahogado rumor. Cruza ahora su pierna izquierda sobre la derecha y viste su pierna con la sedosa prenda. Con la pierna aún cruzada se quita la pinza que recogía su melena y la sacude estirando su esbelto cuello hacia atrás. Con los ojos cerrados respira hondo y sus voluptuosos senos se asoman y ocultan entre el rojo satén. Entreabre los ojos y acaricia la pierna recién vestida desde abajo hasta arriba. Deja caer su espalda hasta la cama y eleva ambas piernas mostrando unas nalgas respingonas y blancas que destacan entre el rojo que las envuelve. Juega con las piernas en el aire dejando entrever brevemente la sonrosada intimidad de su entrepierna. Se escuchan voces pidiendo que se abra más.
Se baja de la cama con suaves movimientos y deshace el lazo que ajusta su bata dejándola deslizar por su espalda hasta el suelo. Fija un momento su mirada en ese cielo estrellado que intuye por encima de los deslumbrantes focos eléctricos. Se acerca con su caminar cadencioso hasta un espejo de cuerpo entero y ajusta los corchetes que cuelgan de su corsé a las tiras de encaje negro de las medias. Se gira y, por encima de su hombro observa su imagen y se contonea con aire coqueto. Se escuchan silbidos de admiración. Riéndose va hacia una percha y coge una prenda que coloca alrededor de su cintura. Se abotona la minifalda a un lado y se calza unos zapatos de salón. Se acerca hasta una silla y coloca ahora un pie luego el otro para abrocharse las hebillas de los zapatos. Va hasta el tocador y coge una barra de carmín con la que se resigue los labios lanzando un beso a la imagen que le devuelve el espejo. Llaman a la puerta. La mujer da un respingo y el pintalabios se le cae al suelo. Corre hacia la puerta pero se detiene bruscamente volviéndose hacia el tocador donde pone la aguja sobre el vinilo que empieza a girar en un antiguo tocadiscos. Corre de nuevo hacia la puerta y la abre al tiempo que se escuchan los primeros acordes de un acordeón seguidos por los de un piano. Las luces se apagan y un único foco ilumina a la pareja que se observan en el umbral de la puerta. Ella empieza a caminar hacia atrás siguiendo el ritmo de los acordes y el hombre la sigue. Al pasar junto a la cama él se quita el sombrero y lo lanza hacia el lecho atrayendo a la mujer hacia él. Cruzan el escenario con movimientos acompasados y felinos, seguidos por el foco de luz. Sus cuerpos se atraen como un imán fundiéndose en uno y separándose en bruscos giros para volver a unirse en atrevidas posturas. En uno de los giros el hombre le arranca la falda a ella y la mujer responde quitándole la camisa a él con movimientos que fluyen con las notas del tango que les envuelve. Ya no se escuchan voces ni silbidos, solo un silencio cargado de una sensualidad electrizante. Con los últimos acordes se atenúa la intensidad de la luz al tiempo que los cuerpos de ella y de él se unen en una última figura estática.
El público prorrumpe en aplausos entre silbidos y voces pidiendo más…
Mientras los operarios desmontan el escenario pasan los bailarines, cogidos de la mano, junto al cartel que reza: “Ciclo Erotismo al Aire Libre. Esta noche: Tango”.
Etiquetas: concurso, relatos eróticos, VII concurso de relatos eróticos, votaciones