El dolor para mañana

El dolor para mañana

El dolor para mañana. Como eso me duele lo encierro en una caja y ya la abriré en otro momento. En otro momento en el que esté más fuerte, más preparada, más… ¿dispuesta a sufrir? ¿Pensamos que ese momento va a llegar? «¡Uy! bonito día, hoy voy a abrir la caja que me va a doler.» No suele ser muy realista. Ni eso ni nuestra idea de que más adelante dolerá menos. Porque si lo estamos encerrando es por algo. Y tenemos ese runrún. Sabemos que está ahí. A veces percibimos nuestro dolor de reojo y fingimos. Como cuando preguntaban en clase y no querías que te sacasen por lo que disimulabas mirando a otro lado. Otras veces lo sentimos luchar con la caja, intentando romperla. Pero nos sentamos como cerrando una maleta. Aquí no pasa nada. El dolor para mañana. Hoy es mañana. O, como decía Machado, «hoy es siempre todavía». Y estás a tiempo. Abrir la caja. Enfrentarte a ella. Y dejarte sentir. Llorar, gritar o reír. Da igual. Si abrimos la caja, ésta no se hará más grande. No aumentaremos nuestro dolor con el miedo a sentirlo. Si la abrimos llamaremos al...
Personas cactus

Personas cactus

Tocas un cactus. ¡Ay! Te pinchas. Duele. Y la próxima vez que vayas a tocar un cactus decidirás que es mejor no hacerlo. ? Los cactus no son malos. Los cactus tienen espinas para protegerse. Los cactus prefieren herirte, si te acercas demasiado, antes de que les hieras tú a ellos. ? Y existen las personas cactus. ? Aquellas que se sienten tan pequeñitas, tan vulnerables, que han desarrollado una estrategia de violencia pasiva -y a veces activa- para ahuyentar a quien se acerque demasiado. ? Piensan que así se protegen, que así evitan el dolor. ? Pero las distancias a veces engañan y las personas que nos tocan realmente, las que lo hacen por dentro, no necesitan acercarse tanto. ? Y por muchas espinas, mucha tierra, mucho tiesto y poca agua… el día que menos lo esperas te has abierto de nuevo sin darte cuenta. Se ha abierto la flor. ?? Pero no dejes que esa flor te haga olvidar las espinas que creaste a tu alrededor, esa burbuja convertida en jaula que aún sigue ahí. ?? Aprovecha tu propio descuido, aprovecha que miras para otro lado, aprovecha lo que estás sintiendo y hazte fuerte. Pero de verdad. Di adiós a las espinas, piérdelas una por una y prepárate a sentir. ?? Sin barreras, sin artificios, sin escudo. Siente felicidad, siente dolor. Pero SIENTE. ??????????   ____ Sígueme en Instagram para no perderte estas cosillas...

Vaginismo: no puedo practicar el coito

A algunas mujeres cis les pasa que, cuando intentan mantener una relación coital, se da una contracción involuntaria de los músculos del suelo pélvico que hacen que la vagina «se cierre» provocando dolor, ardor y una imposibilidad para practicarlo. En estos casos estaríamos hablando de vaginismo. Se suele diferenciar entre dos tipos: 1. Vaginismo primario: personas que lo padecen desde siempre. Es habitual que incluso les haya afectado en otras situaciones de su vida, como puede ser al intentar usar un tampón o hacerse un examen ginecológico 2. Vaginismo secundario: cuando la mujer ha mantenido relaciones coitales satisfactorias durante su vida pero, llegada a determinado momento, empieza a resultarles imposible. Hay mujeres que viven esta experiencia con vergüenza, culpa y hasta confusión llegando a creer que su vagina está cerrada literalmente. Para entender mejor todo vamos a verlo con un ejemplo práctico: Coged la mano izquierda y cerradla en un puño sin apretar Con el dedo índice de la mano derecha intentad meterlo dentro del puño de la mano izquierda, se puede, ¿verdad? Ahora vamos a volver a hacer la prueba: Cerramos la mano izquierda en un puño pero esta vez lo apretamos con fuerza Luego intentamos introducir el dedo de la otra mano en el interior… ¿resultado? Se ha complicado la cosa, ¿verdad?. O no habéis podido, o habéis tenido que «escarbar» para conseguirlo y, seguramente, os ha resultado incómodo, tanto en el puño en sí como en el dedo que se intentaba abrir camino. Eso es lo que se encuentran una persona que padece vaginismo y su pareja. «¿Y por qué no relaja los músculos?» podéis preguntaros. Pues porque, básicamente, la contracción se hace de manera involuntaria y, a...

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR ACEPTAR
Aviso de cookies