Eyaculación… ¿precoz?

«Que el tiempo es relativo es algo que ya sabemos, que no pasa igual de rápido una hora con amigos pasándonoslo bien que una hora en un atasco llegando tarde a una entrevista, también. Dicen que durante el orgasmo es como si el tiempo se parase… pero si, al volver a moverse las manecillas del reloj, nos encontramos con nuestra pareja mirándonos con cara de “¿ya?” parece que ese orgasmo sabe a menos porque no ha sido exactamente cuando queríamos o, al menos, no cuando ella quería. […]» No te pierdas el resto del artículo que he escrito para Malicieux MAG pinchando aquí porque ¿existe la eyaculación...

¿Eyaculación precoz?

Imagen: La persistencia de la memoria (Salvador Dalí) Antes de nada, he de decir que no estoy de acuerdo con el término «eyaculación precoz» (de ahí que vaya a tacharlo cada vez que lo escriba) porque, de esta forma, estamos marcando un tiempo reglamentario para que se desencadene la eyaculación y no lo hay. Un mismo tiempo para una persona puede resultar muy corto y para otra no, va en función de como se viva y si se define o no como un problema. De hecho, muchos de los hombres que afirman ser eyaculadores precoces, lo hacen únicamente porque así se lo ha reflejado su pareja, dejando de contar el tiempo por la satisfacción que les genera y pasando a estar marcado por una persona ajena, cosa que, si nos paramos a pensar, es ilógica… es como si llego y le digo a mi pareja «es que me gustaría que tus estornudos fuesen más largos»…ejem, claro. Durante mucho tiempo, la mujer «no tuvo» sexualidad, eso era cosas de hombres que eran los que podían disfrutar de ella, para la mujer era un medio para procrear, nada más. Tras la segunda guerra mundial surgió la píldora anticonceptiva de la mano del movimiento femenino, exigiendo las mujeres que fueran contadas por igual, que una mujer puede ser libre sexualmente sin buscar como fin la reproducción y Masters & Johnson dan luz a todo este tema descubriendo que la mujer tiene orgasmo al igual que el hombre, en su día un gran notición. Y os estaréis preguntando ¿pero esto que tiene que ver con el tema tratado? Pues mucho, porque el problema...

Existe vida más allá del coito

Por mucho que sepamos que una relación sexual implica algo más que un coito e, incluso, puede darse sin la existencia de éste, es muy común que la gente entienda que «mantener relaciones sexuales» se limita a eso, porque vivimos en una sociedad muy coitocéntrica en la que parece que esa es la única medida válida y que ser virgen o no -según su idea de virginidad- es un estigma que hay que arrastrar a las espaldas. Estamos acostumbrados a escuchar a la gente hablar de juegos preliminares. Ahí lo tenéis, preliminar, el preámbulo a algo, como si esos juegos fuesen el telonero del grupo al que hemos ido a escuchar. Eso lo único que hace es centrar la relación en el coito, poner toda la presión en él. Podemos besarnos de manera apasionada, tocarnos, acariciarnos, excitarnos, practicar sexo oral pero parece que todo ello sólo es la mecha para que se dispare el gran cohete: el coito. Tendríamos que considerar una relación coital por lo que realmente es, una práctica sexual más, no un fin, quitarle la importancia que se le ha dado y entender que muchas veces otras prácticas son incluso más íntimas que esa. Al poner al coito en un pedestal lo único que estamos haciendo es relativizar la importancia del resto y, sin embargo, nos encontramos con millones de problemas por culpa precisamente de ello. En el caso de las mujeres, tras millones de encuestas repetidas hasta la saciedad, hemos visto como muchas de ellas afirman que prefieren los juegos que tienen antes, que el coito en sí. Al mismo tiempo, por consulta aparecen muchísimos hombres con...

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