Relato erótico de TRS

La-amo    Ella siempre quiso invitar a alguien a nuestras sábanas, a nuestros encuentros de pareja. Nunca puso reglas sobre el género, orientación sexual, actitud o aspecto físico, eso me lo dejaba a mí, decía. Yo, siempre fui reacio. La mañana en la que ella cumple 30 años nos duchamos juntos, lavándonos el uno al otro, hablando de lo que haremos el resto de la jornada laboral. Nos despedimos en la puerta, cada uno toma un camino. Me cito con una amiga. Una asesora erótica, con una maleta llena de sensualidad y juguetería. Esta condición asegura que el presente y la actitud de este nos gustarán. Tomamos café mientras la explico lo que deseo regalarla a mi pareja. Ella, me aconseja sobre que adquirir.      – No sé si es el regalo adecuado – duda – sin saber lo que a ella le gusta, sin que ella lo sepa.      – Es parte del regalo, no tendremos problema.      – Y tú, ¿estarás cómodo? – se interesa, graciosa, por mí.      – Yo estaré bien – Ansioso, pienso. Cuando llega a casa ya la estoy esperando. Abre la puerta con curiosidad y me encuentra delante de ella vestido con media sonrisa. Y un “vale por una fantasía sexual”. Ella, sin dudarlo, pide compañía en nuestros juegos de amantes. Reímos. La beso los ojos para cerrárselos, la acompaño de la mano hasta la habitación que he ambientado para la ocasión. Antes de que los abra, la desnudo y tumbo, la ato de manos y pies a nuestra cama, cubierta con una sábana negra de vinilo. Al...

Relato erótico de Lunna m.a.

  Dulce mañana  Era domingo me encontraba a solas en mi cuarto. Las 9 de la mañana, otro día más él no estaba al despertarme. Sabía muy bien que por mi lenguaje corporal necesitaba que me hiciese el amor, que me acariciase todo el cuerpo con sus dulces manos, que sus dedos acabaran deslizándose por donde mi deseo pedía a gritos que me hiciese explotar de placer. Tenía que subir en cualquier momento, el paseo matutino de Milo no sería muy largo, llovía y hacia frio, me encanta los fines de semana otoñales, estar acurrucada junto a él hacía que mi cuerpo lo deseara en cada momento. Oí las llaves y en ese instante me empezó a palpitar mi deseo como nunca, se hizo eterna la llegada a la habitación, me hice la dormida y veía que silenciosamente y con mucho cuidado se desnudaba y se metió en la cama, uuummm estaba helado pero con el contraste de mi cuerpo ardiendo hacia que lo deseara mucho más, me abrazó desde atrás y con sus grandes manos cogió mis pechos, con los pulgares bordeando mis pezones duros y hambrientos de su boca. Bajó su mano hacia mi sexo esperando que reaccionara a sus caricias pero su sorpresa fue al comprobar lo húmedo que estaba, como si lo esperase como agua de mayo. Su exquisito quejido de placer susurrándome al oído lo deliciosa que estaba, me ponía a mil. Me giré suavemente deslizándome sobre su cuerpo hacia su manantial, era pura vida, mi lengua saboreando tan exquisito manjar, mis labios surcando por su pene tan duro, era incapaz de dejar de...

Relato erótico de Carlota Rulo

Escondida   Sobre la mesa tus llaves. Acabas de llegar y me buscas… no me encuentras… buscas… estoy escondida. Noto tu presencia, tu olor, tu nerviosismo… tu excitación por encontrarme. Desespero, necesito tocarte, pero espero, pacientemente a que tus ojos se encuentren con los míos. Buscas en todos los rincones, nuestros rincones… paras en seco en nuestra bañera que hice instalar para realizar mis fantasías, pero no estoy. Oigo tu respiración cada vez más agitada, cerca, muy cerca. Me has encontrado, pero haces que esos minutos se hagan interminables. Mi corazón se acelera, mis pulsaciones suben, comienzo a sudar levemente de la emoción contenida, mi sexo está húmedo…esperando. No quiero gritar tu nombre, me contengo… Salgo de forma ruidosa de mi escondite, y te encuentro delante de mí, con la corbata medio deshecha, el primer botón de la camisa desabrochado, lo que hace que pueda admirar tu vello brillante y tu cuello bronceado, siento un deseo enorme de saborearlo… Me encuentro ante tí, temblorosa, como si fuese la primera vez. Vestida con una simple camiseta blanca de tirantes, que hacen entrever mis pezones endurecidos y el pelo recogido en un moño del cual se escapan mechones sobre mi frente, los aparto para poder mirarte atentamente…vuelven a caer. En tus labios una sonrisa burlona, tus ojos me desnudan, tu lengua jugando en tu boca. Me coges las manos y las acercas a tí de forma precipitada, me acercas a tí, tus dedos se deslizan sobre mis labios, entran en mi boca y se mezclan con mi saliva, los chupo, los devoro con ansias. Noto como todo mi cuerpo está en...

Relato erótico de Rebeca

Juegos Húmedos   Sacó, de la mochila, el libro que empezó a leer hace una semana. Lo abrió por la página cincuenta, justo donde comenzaba a ponerse interesante. A medida que iba leyendo, notó como un sofocante calor inundaba su cuerpo, su sexo empezó a humedecerse y, sin darse cuenta, comenzó a revolverse en la silla, para que su ajustado pantalón acariciase sus mojados labios. Siempre había soñado con poder disfrutar de una situación tan morbosa como las que leía en sus libros. No sabía que, aquella tarde, su fantasía se iba a hacer realidad. Mientras disfrutaba de su momento de soledad, le interrumpió su compañera y amiga, que conocía desde que llegó allí y con la que tan bien había conectado. Era una chica dulce de melena larga y morena. A Eva le parecía que era una de esas bolleras de las que ya no quedaban. Desde que llegó a Valladolid, se había interesado por Rocío, le invitaba a fiestas y hacía lo posible por complacerla. Rocío iba a comunicarle las tareas que el jefe les había ordenado, pero se quedó observándola por detrás del cristal de la enorme puerta y vio como Eva acariciaba su clitorix en suaves círculos y delicados movimientos. Rocío se sorprendió, a si misma, mirando a su compañera con deseo, no podía dejar de deleitarse con aquel maravilloso cuerpo que tanto ansiaba poseer. Cuando Eva se percató de su presencia, un satisfactorio placer empezó a inundar su ya sudoroso cuerpo. Se levanto, se dirigió hacia ella y, sin mediar palabra, comenzó a desnudarla. Rocío notó como su sexo palpitaba y no pudo evitar...

Relato erótico de LuzdeLuz

¡¡Ven!! ¡¡¡Juguemos!!! Juguemos… Amante, Amor, Amigo… ¡Porque jugando desafiaremos al destino! No sé en qué momento de éste domingo empecé a sentirme tan… vulnerable! Te echo de menos, ansío tenerte cerca, dentro de mí, incendiado de mí… Sucedió hace tanto… Y cada día que pasa sin sentir tu tacto es un infierno, un desierto inacabable, un morir sin morir al caer la tarde. Nos conocimos en el parque. El verano estaba siendo muy caluroso, se hizo costumbre bajar a sentarme en el columpio un rato antes de dormir, me resultaba muy relajante… Tú paseabas a tu perro. Durante días nos observamos, al principio con disimulo, pero según iban sucediéndose éstos, con más curiosidad e intriga. Más tarde me confesaste que te sentiste fascinado por mi forma de columpiarme y no podías dejar de imaginar que hacíamos el amor allí mismo, a horcajadas el uno sobre el otro. A mí me resultaba extraño, ¿qué pensarías? Me mirabas sí, pero nunca saludabas, llegabas siempre un minuto o dos después que yo y te sentabas en aquél banco frente a mí a observarme sin más. Me resultaste muy atractivo desde el primer momento y a veces tenía fantasías contigo. Un viernes no apareciste y el pánico se apoderó de mí, comprendí entonces cuán necesario te me estabas volviendo. Cuando regresé al coche una tarjeta en el limpia parabrisas, con un número de teléfono y una frase me devolvieron la ilusión. La tarjeta decía: ¡Me gusta el juego! ¡Llámame! Inmediatamente lo hice, impaciente por saber cómo sería tu voz. – Holaaa… – Deseo jugar contigo, Pareces valiente, aguantaste mi mirada durante estas dos...

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