Uno de los derechos asertivos que tenemos todas las personas es a decir no sin sentirnos culpables por ello.
Parece que estamos educados en la era de la imagen, de la apariencia, de la falsa-buena-educación y, de ahí, que no seamos capaces, a veces, de decir que no en determinados momentos. En todo esto influye el que los padres consientan, el que cedan, el que no preparen a sus hijos para cuando obtengan un no por respuesta y que aprendan a frustrarse ,que eso también se enseña. Pero muchos de ellos sienten culpabilidad por verles poco (por motivos de trabajo, etc.) y piensan que deben agasajarlos y mimarlos, sin darse cuenta que no por castigar a un niño te va a querer menos sino que, al contrario, te va a respetar más, te va a tomar más en serio y vas a ayudar a que se forme un adulto coherente y humilde, no uno egoísta y caprichoso.
Tenemos que reforzar nuestra autoestima, dejar atrás las inseguridades y la necesidad de valoración por parte de los demás, saber que no por decir no somos «peores» en algún aspecto, dar prioridad adecuadamente a nuestras necesidades, opiniones y deseos. Todos somos humanos y sabemos que hay veces que algo apetece y, a lo mejor, en otro momento, esa misma cosa no nos apetece.
Sin embargo, nos encontramos con parejas que se dejan llevar por el otro, que dan la razón «por no discutir» o con excusas tan débiles como «no, si es que en el fondo a mi me daba igual». Mentira. Seamos honestos con nosotros mismos y con los demás, echemos la vista atrás y veamos como, absolutamente todos, hemos hecho alguna vez algo que no queríamos sólo por el hecho de no decir que no. Recordemos que al decir no, no lo estás haciendo a una persona sino a una petición concreta, además, de esta manera, la confianza en la otra persona se va a fortalecer ya que, el diálogo y la interacción entre ambos, no se va a sustentar en falsos asentimientos. Las relaciones de pareja requieren de cierta negociación mutua, eso está claro, pero nunca una sumisión indiscriminada de alguno de los miembros.
Todo esto pasa porque parece que ese no fuese maleducado, borde, cruel…pero ¿no seré más cruel conmigo si hago algo o cedo en cierto tema cuando no es lo que quiero? Además así surgen luego las rencillas, las cosas que se echan en cara, los problemas. La falta de sinceridad, el dejarse llevar, la presión de grupo, el que dirán, etc. son aspectos que nos llevan a sentirnos culpables y más si estamos en la opinión de la minoría.
Por lo general, las mismas personas que no saben decir no, resultan ser las mismas que tienen problemas en pedir. Pedir no solo no es malo sino que es bueno, ya que eso será lo que nos haga felices. No podemos dejar nuestras apetencias y necesidades en los demás, esperando que éstos lo adivinen de forma mágica. Hay que pedir asertiva y educadamente y aceptar que la respuesta puede resultar tanto positiva como negativa. Cuando uno mismo sabe lo que quiere y, aún más importante, lo que no quiere es mucho más sencillo decir que no a las cosas que no puedas o no quieras dar.
Por lo tanto, di no a aquello que no quieras, ya sea en el ámbito amoroso, familiar, laboral,…siempre, eso sí, desde el respeto y el autoconocimiento.
Etiquetas: comunicación, decir no, pareja, psicología
Muy buena tu reflexión. La voy a difundir, porque me parece que lo de no saber decir NO es un mal endémico de esta sociedad. Y muchos padres sufren hoy en día de cómo son su hijos, quizá deban preguntarse eso mismo: cuando dejaron de decirles "NO" (porque fue en ese momento cuando empezó el verdadero problema, y dejaron de respetarles para convertirse de padres en esclavos).
Estupendo tu blog, no lo conocía.
Gracias José Luís! 😀
Y esto de la culpa……¿no es un invento judeo-cristiano?. Viajar me ha hecho libre y me ha librado de la culpa.