Venderse muy caro

Con este título no os esperéis encontrar una entrada sobre la prostitución de lujo ni nada parecido. Al hablar de «venderse muy caro» me refiero a aquellas personas que aparentan ser de una manera sólo para así intentar agradar a otras. Eso, al final, sale caro. He visto y oído de todo, desde el que deja de quedar con los amigos hasta el que se hace vegetariano ¿y todo por qué? porque así piensa que conseguirá el cariño de alguien. Muchísima gente se vende muy bien como si de un avispado comercial se tratara, y termina siendo una gotita de agua a ti o, como muchas veces se dice, tu «media naranja» pero eso si, luego puedes descubrir que esa naranja está podrida o, incluso, que es otro tipo de fruta como un kaki o un nispero gigante. Que a ESA PERSONA le gusta el cine ruso, pues a mi también me gusta. Que a ESA PERSONA le gusta hacer yoga, pues yo también lo hago. Que le gusta mirar por la ventana mientras escucha rancheras…¡no se me ocurre mejor plan! y ¡¡¡Bingo!!! ESA PERSONA está feliz, ha encontrado a alguien con quien compartir todo, con quien disfrutar de sus gustos y caprichos…pero pasan los días, los meses e incluso los años y un día me encuentro que estoy hasta las narices de esa película rusa en blanco y negro que ni entiendo ni quiero entender mientras por dentro estoy deseando ver E.T. por millonésima vez, que la posturita de yoga estará bien y será buena para la espalda pero que me estresa más que quedarme tirada en el...

NO!

Uno de los derechos asertivos que tenemos todas las personas es a decir no sin sentirnos culpables por ello. Parece que estamos educados en la era de la imagen, de la apariencia, de la falsa-buena-educación y, de ahí, que no seamos capaces, a veces, de decir que no en determinados momentos. En todo esto influye el que los padres consientan, el que cedan, el que no preparen a sus hijos para cuando obtengan un no por respuesta y que aprendan a frustrarse ,que eso también se enseña. Pero muchos de ellos sienten culpabilidad por verles poco (por motivos de trabajo, etc.) y piensan que deben agasajarlos y mimarlos, sin darse cuenta que no por castigar a un niño te va a querer menos sino que, al contrario, te va a respetar más, te va a tomar más en serio y vas a ayudar a que se forme un adulto coherente y humilde, no uno egoísta y caprichoso. Tenemos que reforzar nuestra autoestima, dejar atrás las inseguridades y la necesidad de valoración por parte de los demás, saber que no por decir no somos «peores» en algún aspecto, dar prioridad adecuadamente a nuestras necesidades, opiniones y deseos. Todos somos humanos y sabemos que hay veces que algo apetece y, a lo mejor, en otro momento, esa misma cosa no nos apetece. Sin embargo, nos encontramos con parejas que se dejan llevar por el otro, que dan la razón «por no discutir» o con excusas tan débiles como «no, si es que en el fondo a mi me daba igual». Mentira. Seamos honestos con nosotros mismos y con los demás, echemos...

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