«Esto ya no me vale»

«Esto ya no me vale»

qué complicados son los duelos sin desencadenante externo esa relación que ya no funciona sin que haya sucedido nada ese sitio que fue refugio y ahora se siente como cárcel  aquel trabajo que fue impulso y trampolín y ahora pesa cada minuto que paso allí  que dolorosos son esos momentos por no tener un motivo explícito  una razón evidente  porque no hablamos de razón sino de emoción  esto ya no se siente bien aunque quiera aunque lo desee aunque me gustaría  a pesar de que pongo todo el esfuerzo en que esa pegatina siga pegando con rabia frustración  impotencia con el dolor que produce y la incomprensión externa «pero si os lleváis muy bien y os queréis mucho» «pero si vives en un sitio estupendo que blablabla» «pero si tienes un trabajo genial que blobloblo» eso aumenta el desconsuelo  el dolor la frustración  y suma una nueva sensación: el problema soy yo que nada me vale que no me conformo que… millones de fantasmas pensamientos que atormentan  más dolor y más impotencia  qué complicados son los duelos sin desencadenante externo ...
Que una relación se rompa no hace que deje de existir

Que una relación se rompa no hace que deje de existir

Que una relación se rompa no hace que deje de existir. Que una persona te traicione en un momento dado no convierte mágicamente toda tu relación en una farsa. Que alguien no sienta algo por ti no implica que nunca lo haya sentido. Muchas veces se llega a esa falacia, a ese error de pensamiento en el que, si alguien falla en una relación es «porque nunca me quiso». Se deja que un instante, una situación, algo que nos es difícil de asumir y transitar empañe todo lo anterior y eso no tiene porqué ser así. Muchas veces es un mecanismo de defensa: si considero que a raíz de un hecho que me ha dolido, toda la relación se convierte en basura, doy más peso a lo negativo y me ayuda a no ‘cojear’ y atreverme a mirar lo positivo. A corto plazo me funciona aumentando esa distancia y haciéndome sentir una falsa sensación de control. Pero ¿y a largo plazo? ¿Voy a vivir mejor pensando que esa persona no fue quien dijo ser durante 7 años? Probablemente no porque a eso se le sumarán pensamientos destructivos del tipo «cómo no me di cuenta», «cómo me dejé», etc. Y obviamente habrá relaciones que no han sido sanas y en las que un evento puntual nos haga abrir los ojos. Y duele. Pero no hablo de esas si no de relaciones en las que has estado bien, has querido, te han querido, todo ha funcionado fenomenal hasta que no. Intentar ver todo teñido de algo que no nos ha gustado no es justo ni para la otra persona ni para...

¿Y si no puedo con todo?

Muchas veces nos cargamos a nuestras espaldas nuestras mochilas y las de los demás. De golpe y porrazo pasamos de ser un ser humano más a la persona sobre la que se sustentan hasta las leyes de la física. Hay veces que lo vemos, nos damos cuenta de lo que ello supone, abrimos los ojos y decidimos querernos y cuidarnos. Otras veces hemos pasado de nuestras señales de alarma, hemos ignorado todo lo que indicaba que no podíamos seguir por ahí, nos hemos dicho que podemos seguir adelante, nos hemos exigido una sonrisa cuando no apetecía y hemos llenado el tiempo de millones de cosas para no darnos cuenta de que no podemos más. Hasta que algo nos hace parar de golpe y nos obliga a abrir los ojos y a mirar hacia adelante. Sin alternativa. Lleguemos por nuestra cuenta u obligadxs por personas o circunstancias casi siempre nos encontramos lo mismo. Nos damos cuenta de que hace tiempo que nos hemos ignorado y que, si nos pudiésemos llamar a nosotrxs mismxs, comprobaríamos que tenemos cientos de llamadas perdidas, mensajes en el buzón de voz y whatsapps sin contestar. Hemos pasado de las señales de alarma porque en esta sociedad de postureo y hastags el de #nopuedomás no se lleva. Porque sentimos que no tenemos derecho a cuidarnos o que somos egoístas si lo hacemos. Si no tienes trabajo es porque no lo has buscado. Si no estás contentx con el trabajo que tienes «no tienes derecho a quejarte» -¿perdona?- porque «al menos tienes trabajo». Si tu relación de pareja no te satisface es porque «pides demasiado» y si...

Mudanza sentimental

Foto: Tumblr Todxs hemos pasado por momentos que nos aturullan, que parece que nos sobrepasan. La sensación esa de que viene todo de golpe y nos hace sentirnos como una hormiguilla en mitad del campo: perdidxs, pequeñxs y con dificultades para discernir por donde tirar. Además, fechas como las que se acercan ahora, son muy propicias para que el dicho “querías caldo, pues toma dos tazas” se haga realidad. Es normal que tantos momentos nos hagan quedarnos en estado de shock aunque sólo sea por un milisegundo, es como si estuviésemos de mudanza. Cada problemilla es una caja y de golpe y porrazo nos hemos encontrado rodeadxs de ellas, sin tener nada más que el suelo para sentarnos y esa casa que antes veíamos tan bonita nos cuesta reconocerla. Llegados a este punto tenemos 2 opciones: darnos por vencidxs y perdernos entre las cajas o empezar a ordenarlas y a darlas forma. Llamadme loca pero me quedo con la segunda, ¿vosotrxs? En el momento en el que vayamos “caja” por “caja”, éstas irán abultando menos y, además, nuestra casa irá cogiendo la forma que queríamos darle. Al igual que en las mudanzas, no tenemos porque abrir todo de golpe y colocarlo de cualquier manera. Tómate tu tiempo, ordena el problema, repasa lo que puedes hacer, aprende de lo que piensas, de lo que sientes y trabájatelo hasta pasar a la siguiente caja. Como siempre, habrá cajas más pesadas que otras pero, de la misma manera, también habrá cajas que se vacíen rápidamente y que enseguida den un toque único a esa habitación que está en tu interior. ¿Y si...

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