por MartaGPeris | May 17, 2016 | terapia sexual
A algunas mujeres cis les pasa que, cuando intentan mantener una relación coital, se da una contracción involuntaria de los músculos del suelo pélvico que hacen que la vagina «se cierre» provocando dolor, ardor y una imposibilidad para practicarlo. En estos casos estaríamos hablando de vaginismo. Se suele diferenciar entre dos tipos: 1. Vaginismo primario: personas que lo padecen desde siempre. Es habitual que incluso les haya afectado en otras situaciones de su vida, como puede ser al intentar usar un tampón o hacerse un examen ginecológico 2. Vaginismo secundario: cuando la mujer ha mantenido relaciones coitales satisfactorias durante su vida pero, llegada a determinado momento, empieza a resultarles imposible. Hay mujeres que viven esta experiencia con vergüenza, culpa y hasta confusión llegando a creer que su vagina está cerrada literalmente. Para entender mejor todo vamos a verlo con un ejemplo práctico: Coged la mano izquierda y cerradla en un puño sin apretar Con el dedo índice de la mano derecha intentad meterlo dentro del puño de la mano izquierda, se puede, ¿verdad? Ahora vamos a volver a hacer la prueba: Cerramos la mano izquierda en un puño pero esta vez lo apretamos con fuerza Luego intentamos introducir el dedo de la otra mano en el interior… ¿resultado? Se ha complicado la cosa, ¿verdad?. O no habéis podido, o habéis tenido que «escarbar» para conseguirlo y, seguramente, os ha resultado incómodo, tanto en el puño en sí como en el dedo que se intentaba abrir camino. Eso es lo que se encuentran una persona que padece vaginismo y su pareja. «¿Y por qué no relaja los músculos?» podéis preguntaros. Pues porque, básicamente, la contracción se hace de manera involuntaria y, a...
por MartaGPeris | Ene 13, 2016 | escritos
Ilustración de Javitxuela Hay veces que escribo e intento enseñar algo, explicarlo como si estuviésemos aquí juntxs hablando de ello compartiendo un café, té o cervecita. Hay veces que escribo y escribo, sin rumbo, persiguiendo una idea e intentando que ésta no se pierda entre los dedos y el teclado. Hay veces que escribo sólo por saber tu opinión, tu respuesta, tu reacción. Hay veces que escribo y me emociono, me dejo llevar, recuerdo momentos, personas, sucesos. Esto último me ha pasado hoy escribiendo un artículo que un día leeréis y no porque sea ñoño, no porque sea el artículo en sí muy emotivo, sencillamente porque hay temas que calan, que te tocan. Pensando en ello me he dado cuenta de como cohibimos a veces nuestras emociones, como sentimos culpa o vergüenza por sentirlas, como hay ocasiones en las que nos emocionamos y lloramos y no ha pasado ni un misero segundo cuando ya nos estamos «disculpando» ante las personas que tenemos alrededor. «Perdona, es que me he emocionado…» ¿Perdona? ¿por qué? ¿qué nos pasa a veces? ¿qué nos han metido en la cabeza? ¿que las emociones nos hacen débiles? ¿que llorar no es de valientes? Lo siento, pero no estoy de acuerdo. Si hay algo que nos hacen las emociones es, ni más ni menos, demostrar que somos seres humanos. Personas que sienten, que les importa, que se involucran, que quieren, que aman, que sufren, que añoran, que se apasionan, que disfrutan, en definitiva, que viven. Así que no pidas perdón por tus lágrimas al igual que no lo haces por tu risa. Dejemos de clasificar las emociones en...