Llega San Valentín

Tengo que decirlo desde ya, no soy nada NADA fan de San Valentín. El «día de los enamorados», el «día de la pareja», el día en el que todo es super bonito y nos vamos a cenar juntos y te hago un regalito mientras le decimos al mundo «mira que felices somos». Como si hacer esas cosas fuese una muestra de ello… y como si a los demás les importara. Tengo que decirlo, muchas de las parejas que vienen a terapia no se saltan ni un 14 de febrero. No me entendáis mal, con esto no quiero decir que si celebras ese día tu relación esté abocada al fracaso ni muchísimo menos, pero que hacerlo no da garantía de nada (salvo de los regalos que compres, claro…) Y no es que tenga nada en contra de divertirse en pareja, crear un plan juntos y celebrar el amor por todo lo alto – ¡al revés!- simplemente me parece que pierde toda la gracias si lo haces sólo porque es San Valentín, como el que tiene relaciones con su pareja porque ya sabemos que toca el «sabado, sabadete». Tengo que decirlo, soy muy fan del amor y de sus manifestaciones, me encanta la gente que lo muestra sin remilgos, que lo disfruta, pero que llenes la casa de corazones rojos y la cama de pétalos de rosa y que luego, sin embargo, no seamos capaces de hablar de muchos «temas tabú» porque no nos ponemos de acuerdo y discutimos. Pues no, de eso no soy fan. Me quedo con un beso, una mirada y una sonrisa. ¿Y qué me decís de...

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