¿Y si no puedo con todo?

Muchas veces nos cargamos a nuestras espaldas nuestras mochilas y las de los demás. De golpe y porrazo pasamos de ser un ser humano más a la persona sobre la que se sustentan hasta las leyes de la física. Hay veces que lo vemos, nos damos cuenta de lo que ello supone, abrimos los ojos y decidimos querernos y cuidarnos. Otras veces hemos pasado de nuestras señales de alarma, hemos ignorado todo lo que indicaba que no podíamos seguir por ahí, nos hemos dicho que podemos seguir adelante, nos hemos exigido una sonrisa cuando no apetecía y hemos llenado el tiempo de millones de cosas para no darnos cuenta de que no podemos más. Hasta que algo nos hace parar de golpe y nos obliga a abrir los ojos y a mirar hacia adelante. Sin alternativa. Lleguemos por nuestra cuenta u obligadxs por personas o circunstancias casi siempre nos encontramos lo mismo. Nos damos cuenta de que hace tiempo que nos hemos ignorado y que, si nos pudiésemos llamar a nosotrxs mismxs, comprobaríamos que tenemos cientos de llamadas perdidas, mensajes en el buzón de voz y whatsapps sin contestar. Hemos pasado de las señales de alarma porque en esta sociedad de postureo y hastags el de #nopuedomás no se lleva. Porque sentimos que no tenemos derecho a cuidarnos o que somos egoístas si lo hacemos. Si no tienes trabajo es porque no lo has buscado. Si no estás contentx con el trabajo que tienes «no tienes derecho a quejarte» -¿perdona?- porque «al menos tienes trabajo». Si tu relación de pareja no te satisface es porque «pides demasiado» y si...

¿Vives esperando el fin de semana?

Vivimos la semana trabajando y dejamos los fines de semana para el descanso y la diversión que es lo habitual y, si siempre se ha hecho así, ¿quienes somos nosotros para cambiarlo? Tendemos a vivir temiendo a los lunes y deseando que llegue el viernes sin darnos cuenta de que, de esta manera estamos realmente viviendo tan sólo 2 días a la semana… ¿estamos locxs? ¿en serio vamos a desperdiciar tantos días? No, no, no y no. A ver, que claro que hay que trabajar y, evidentemente, esto nos va a quitar tiempo del día pero podemos mejorar 2 cosas: – La actitud con la que vamos al trabajo. Suena el despertador y querrías mandarlo haciendo un doble tirabuzón hasta Finlandia pero en cambio te levantas, gruñes, tienes sueño, no quieres ir a trabajar y, si no fuera porque no tienes 5 años, te tirarías al suelo y tendrías una pataleta. Lo se, lo se… ea ea eaaaaa. Pero ¿y si vemos el lado positivo? ¿y si pensamos en lo que ese trabajo nos va a aportar? y, ya puestos, ¿si sonreímos un ratillo por ello? Igual, hasta nos cruzamos con otro «zombie currante» por la calle al que nuestra sonrisa le despierta y eso está fenomenal, ¿verdad? – «El tiempo» de trabajo no se tiene que convertir en «el día» de trabajo. Entiendo que hay semanas que por A o por B el trabajo nos acompaña a casa, entiendo también que a veces hay que «contestar a ese e-mail» o «hacer esa llamada» -¡maldita-bendita tecnología!- pero, por lo demás, tenemos que aprender a desconectar. Dejad el trabajo de lado en un punto determinado del...

El «blue monday»

Supongo que lo habéis escuchado, está en las noticias y por todas partes, el ya famoso «blue monday» con su coletilla «el día más triste del año«… Entiendo, acepto y comparto realidades como «la noche más larga o corta del año» pero cosillas como estas… pues no. Hoy es un día más, un lunes cualquiera, pero hay a quienes estás cosillas les afectan y es que tenemos entre nosotros a dos tipos de personas: – Por un lado están los que se han ganado el apelativo de los blue mondays, aquellas personas que se dejan llevar por la noticia, que se sugestionan, que igual no están pasando por un buen momento y que al leer o escuchar eso se les hace el día aún un poquito más cuesta arriba, los que, al hablar de melancolía se pusieron melancólicos y los que, al hablar de tristeza, tiraron una caña en su memoria pescando alguna de sus vivencias mas tristes. – Por otro lado nos encontramos a los que voy a llamar los happy mondays, los rebeldes, los que siguen la máxima «dime A y haré B», los que no sólo se rien ante la noticia sino que optan por disfrutar el día, los que escucharon melancolía y recordaron una anécdota de cuando eran peques, los que escucharon tristeza y decidieron regalar una sonrisa a los que les rodeaban. Todos somos blue mondays y happy mondays, todos tenemos el día que nos levantamos cual Hombres G dando un salto mortal y también tenemos el día en que parece que el espíritu de Murphy se ha adueñado de nosotros y vamos cumpliendo a rajatabla su...

Mudanza sentimental

Foto: Tumblr Todxs hemos pasado por momentos que nos aturullan, que parece que nos sobrepasan. La sensación esa de que viene todo de golpe y nos hace sentirnos como una hormiguilla en mitad del campo: perdidxs, pequeñxs y con dificultades para discernir por donde tirar. Además, fechas como las que se acercan ahora, son muy propicias para que el dicho “querías caldo, pues toma dos tazas” se haga realidad. Es normal que tantos momentos nos hagan quedarnos en estado de shock aunque sólo sea por un milisegundo, es como si estuviésemos de mudanza. Cada problemilla es una caja y de golpe y porrazo nos hemos encontrado rodeadxs de ellas, sin tener nada más que el suelo para sentarnos y esa casa que antes veíamos tan bonita nos cuesta reconocerla. Llegados a este punto tenemos 2 opciones: darnos por vencidxs y perdernos entre las cajas o empezar a ordenarlas y a darlas forma. Llamadme loca pero me quedo con la segunda, ¿vosotrxs? En el momento en el que vayamos “caja” por “caja”, éstas irán abultando menos y, además, nuestra casa irá cogiendo la forma que queríamos darle. Al igual que en las mudanzas, no tenemos porque abrir todo de golpe y colocarlo de cualquier manera. Tómate tu tiempo, ordena el problema, repasa lo que puedes hacer, aprende de lo que piensas, de lo que sientes y trabájatelo hasta pasar a la siguiente caja. Como siempre, habrá cajas más pesadas que otras pero, de la misma manera, también habrá cajas que se vacíen rápidamente y que enseguida den un toque único a esa habitación que está en tu interior. ¿Y si...
Una carta muy especial

Una carta muy especial

Ilustración de Qam Este mes de Diciembre suele ser bastante emotivo entre las fiestas, las navidades, el reencuentro con algunos familiares y amigos, las comilonas, las copitas navideñas, los aperitivos que sabes cuando empiezan pero nunca cuando acaban… Por eso Proyecto Kahlo, en esta ocasión, se ha llenado de cartas. Cartas de todo tipo, a nadie en concreto, a una persona en particular,… En mi caso he decidido escribir mi carta a esas personas que siguen encerradas en un «armario» muy incómodo impuesto por los demás, a las personas homosexuales, con muchísimo cariño y esperando poder ayudarles un poquito a quererse tal y como son. Pinchando aquí podéis leerla. ¿Y vosotros? ¿hace cuanto no escribís una carta? Seguro que si dedicáis un poco de tiempo a ello, habrá alguien que os lo agradezca de verdad 🙂 ¡Muchos...

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