por MartaGPeris | Nov 7, 2012 | escritos
Esta mañana me he encontrado en el e-mail la siguiente pregunta de Elena: «Marta, me gustaría saber como les contastes a tu familia y amigos que ibas a estudiar un master de sexología porque yo estoy en esa situación y se me hace muy difícil por lo que puedan pensar.» ¿La verdad? No me lo planteé, trabajar haciendo terapia sexual y de pareja era a lo que me quería dedicar y no le di más vueltas. ¿Cómo lo dije en mi entorno? Pues igual que si me hubiese decidido a hacer uno, yo que se, de Psicología Infantil por ejemplo, ¿por qué? porque para mi no tiene absolutamente nada de malo ni denigrante ni me convierte en nada raro. Eso si, te encontrarás con muchas respuestas por tu camino. Aquellos que cuando se enteran de que eres sexóloga sólo pueden añadir con mirada picarona «aaaah! entonces tu debes saber mucho de sexo, ¿me enseñas alguna cosa?» y tú te quedas pensando «que pena que la madurez no se enseñe aunque no estaría mal un poquito de respeto y educación» Luego están los que te miran y rezan por dentro para que no vayas al infierno porque claro, hablar de sexo tiene que ser pecado… y los que piensan que el estudiar sexología y la prostitución casi van de la mano…lamentable. Cuando estudié el master, en clase éramos todo mujeres y un único hombre (un besito desde aquí a todas y a Luis!) y, cuando lo comentabas fuera, casi siempre se daban 2 respuestas: «¿sólo uno? es gay, ¿no?» y otra «¡que listo! ¡como se tiene que poner las botas!» El tipo de orgía que se pensaban que era...