SORPRÉNDEME…SIN LÍMITES
Sorpréndeme, a ver que haces con los ojos vendados y las manos atadas, quizás saborearme, olfatearme, escucharme, sentirme o amarme sin límites, advertir el suave aroma de mi sexo, oír el latido acelerado de mi interior, lamerme el cuello erizándome el vello de la piel, como cuando susurras palabras sensuales en mi oreja y el viento húmedo de tu aliento me enloquece.
Aún necesito que sin tus ojos y sin tus manos tu cuerpo se agite hasta el extremo, como un rayo electrizante viajando por cada centímetro cuadrado de tu piel, elevando el calor de tus entrañas, extasiando tus sentidos hasta la locura.
Te miro. Despacio me acerco. Jadeo de excitación. Doy vueltas a tu alrededor dejando un efímero aroma a tu vera. Camino y camino y mis pisadas crujen en el entarimado. Sabes que estoy junto a ti, pero no puedes verme. Sabes que estás a punto de rozarme, pero no puedes tocarme. Te estremeces e intentas soltarte, pero no puedes. Me acerco por detrás y soplo en tu cuello, saboreo tu lóbulo con un fugaz lametón y me alejo. Sigues excitándote más y más. Suplicas que te libere, que me deseas, que vas a hacerme sentir placer hasta el desmayo, pero sientes que el pañuelo que ata tus manos se tensa aún más y eso te vuelve a estimular. Tu respiración se entrecorta y decides incorporarte y buscarme por la estancia. Me paro y espero. Te mueves torpemente sin rumbo, abriendo tus fosas nasales y aspirando el aire, buscando el aroma que desprende mi cuerpo excitado. Espero. Entonces, tu cuerpo me roza y como dos imanes, nos aproximamos sin remedio. Tu cuerpo huele a sexo y tu piel se estira como cuando un hielo se deshace con tu calor y tersa tu epidermis. Me tienes. Sorpréndeme.
Me hueles. Despacio me recorres. Jadeas de excitación. Das vueltas a mi alrededor impregnándome con tu aroma. Caminas despacio por el suelo entarimado. Me sientes cerca. Me rozas con tu cuerpo delicadamente. Te estremeces todavía. Me besas en la boca y siento que tu saliva me embriaga, me enloquece. Me besas largo rato y después te alejas. Me excitas más y más. Ahora soy yo quien te suplica que te desea. Entonces vuelves a buscarme y nos quedamos frente a frente rozándonos, clavados. Nuestras caras se buscan. Nuestros sexos se frotan. La respiración se hace corta y veloz. Sólo queda amarnos sin pausa, sin límites.
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