El dolor para mañana

El dolor para mañana

El dolor para mañana.

Como eso me duele lo encierro en una caja y ya la abriré en otro momento.

En otro momento en el que esté más fuerte, más preparada, más… ¿dispuesta a sufrir?

¿Pensamos que ese momento va a llegar?

«¡Uy! bonito día, hoy voy a abrir la caja que me va a doler.»

No suele ser muy realista.

Ni eso ni nuestra idea de que más adelante dolerá menos.

Porque si lo estamos encerrando es por algo.

Y tenemos ese runrún.

Sabemos que está ahí.

A veces percibimos nuestro dolor de reojo y fingimos. Como cuando preguntaban en clase y no querías que te sacasen por lo que disimulabas mirando a otro lado.

Otras veces lo sentimos luchar con la caja, intentando romperla. Pero nos sentamos como cerrando una maleta.

Aquí no pasa nada.

El dolor para mañana.

Hoy es mañana.

O, como decía Machado, «hoy es siempre todavía».

Y estás a tiempo.

Abrir la caja.

Enfrentarte a ella.

Y dejarte sentir.

Llorar, gritar o reír.

Da igual.

Si abrimos la caja, ésta no se hará más grande.

No aumentaremos nuestro dolor con el miedo a sentirlo.

Si la abrimos llamaremos al cambio.

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