Relato erótico de Rasputín

BAÑO DE ESPUMA 
Como todas las tardes, cuando se ponía el sol, Cris acudía al parque Gustusok buscándole. Aquél día, antes de salir de casa, se dio un baño jabonoso como no lo había hecho en mucho tiempo. Preparó algunas velas que encendió en diferentes lugares del cuarto de baño, puso algo de música chill-out y llenó la bañera con agua caliente, una dosis generosa de jabón y unas gotas de su perfume favorito de canela. Se situó frente al espejo y lentamente desabrochó, uno a uno, los botones de la blusa hasta dejar al aire sus blancos y turgentes pechos, ambos coronados de pigmentados y grandes pezones. Seguidamente, tras deshacer la lazada del pantalón, éste cayó veloz hasta abrazar sus delgados tobillos, dejando entrever tras el encaje de sus braguitas un perfilado vello.
El baño estaba a punto, el vapor empezaba a empañar el espejo y el golpear del agua había conseguido una densa espuma que casi rebosaba la bañera. Cris se acercó al grifo y lo cerró. Arrojó las braguitas junto al resto de la ropa y poco a poco se sumergió entre la densa espuma. Primero un pie, luego otro y finalmente tras sus largas y depiladas piernas aquél voluptuoso trasero, principio de una carretera sinuosa y firme.
Llevaba mucho tiempo estresada buscándole, tarde tras tarde, sin resultados y necesitaba disfrutar de un momento de tranquilidad e intimidad para poner en orden sus ideas y reforzar su autoestima.
Tras varios minutos recostada en la bañera aclimatando su piel al agua caliente, Cris deslizó sus dedos espumosos desde sus pies, ascendiendo lentamente por sus piernas y su vientre plano hasta llegar a sus alegres pechos, deleitándose en ellos, acariciando cada parcela de su piel y consiguiendo que sus pezones se endureciesen y miraran hacia el techo. Aquello le producía un placer que casi había olvidado. Sin pensarlo, encogió las piernas, colocó la mano entre sus piernas y con dos dedos empezó a frotar en círculo su clítoris. Jadeaba y su respiración se aceleraba por momentos, sus dedos iban y venían sin tregua, mientras con su otra mano, colocada por detrás de su trasero, acariciaba su ano y se introducía un dedo con parsimonia. Su corazón latía a mil por hora y ráfagas de escalofríos recorrían su cuerpo de pies a cabeza.
Hacía mucho tiempo que no se masturbaba y no sabía cómo se había acostumbrado a ello, pero aquel baño le había devuelto al mundo de los placeres. Después de varios minutos de disfrute intenso y caricias acompasadas, sintió ganas de más. La libido era poderosa y aquellas caricias habían despertado su ansia de sexo.
En un abrir y cerrar de ojos salió de la bañera, se envolvió en su albornoz blanco y se calzó las zapatillas. Presta se dirigió a su alcoba, donde rebuscó entre los cajones de la mesilla hasta encontrar un dildo que tiempo atrás había comprado en una sesión de taper-sex en casa de una amiga. Volvió rápidamente al baño, buscando el agua tibia y aquel ambiente húmedo, con un único objetivo. Se sumergió en el agua y tras recuperar la temperatura agarró el dildo y comenzó a jugar entre sus piernas. Lentamente acarició sus labios mayores, su ano… su excitación empezaba a ser máxima. Necesitaba sentirlo dentro su cuerpo ya. Fue entonces cuando poco a poco se introdujo el dildo en su vagina e imaginó que el chico que buscaba tarde tras tarde en el parque, la embestía con un falo enorme y duro mientras le acariciaba los pechos y le susurraba al oído que no pararía hasta desfallecer. El clímax llegó seguidamente y tras él un momento de calma. La música había acabado, el agua empezaba a enfriarse y la espuma había desaparecido casi por completo. Cris había perdido la noción del tiempo y se le había echo tarde para ir al parque a buscarle. Salió de la bañera tras una ducha templada, se secó con la toalla y decidió que a partir de aquel día no volvería al parque más, que cada minuto de su tiempo lo emplearía para ella y que esa sería la mejor receta para encontrar lo que buscaba.

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1 Comentario

  1. Muy chulo!

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