Relato erótico de Anaidam

Calentón… de cabeza

Tengo la cabeza tan saturada de fiestas navideñas que sería capaz de agarrar el avión y largarme con mi hija y mi marido a mi casa, sin tomar las uvas.

Ahora mismo me encuentro en la terraza exterior de la casa de mis suegros, agradeciendo el clima de estas islas.

Bebo de mi copa de vino y me doy cuenta de que se ha terminado. No voy a entrar a servirme, no quiero saber nada de los rollos de estudios de mis sobrinas, si es que mi cuñada me pilla por banda, o del nuevo coche de mi cuñado.

Escucho la puerta de la terraza y me escondo detrás del toldo.

—¿Elena? —es la voz de mi marido.

—Aquí —digo y ahueco la pesada cortina. Me sonríe y yo se la devuelvo, le adoro.

—Mi hermano ha dicho que te has salido por el calentón que te ha dado al ver el anuncio de la colonia y ese actor. —Según habla se coloca detrás de mí y me abraza, haciendo que yo me recueste en su pecho mientras me río por el comentario de mi cuñado, porque no va desencaminado, aunque en este momento no sea el caso.

—Podría ser —murmuro melosa sin poder ocultar la sonrisa.

—Así que, ¿te ha calentado? —su voz se vuelve ronca, deja un beso húmedo en mi hombro y siento que me derrito.

Hace una semana que no tenemos sexo y él con esa actitud me pone al límite.

—¿Y si te dijera que sí?

Escucho un sonido ronco que sale de su pecho, me hace mucha gracia su posesividad en estas cuestiones tan tontas.

—¿Acaso él puede —me susurra y baja la mano de mi cintura hasta el borde de mi vestido, la arrastra hacia arriba y siento sus dedos sobre mis bragas, me da un escalofrío—, hacerte esto?

Presiona con sus dedos, acaricia y vuelve a hacer presión con toda su mano. Definitivamente estoy caliente.

—No lo sé… —continúo con el juego—, él no ha tenido acceso a esto. —Sé que mi voz no es más que un jadeo controlado.

—Nunca lo tendrá, pequeña, porque esto. —Siento como aparta mis bragas e introduce los dedos acariciándome despacio—. Es mío.

Echo la cabeza hacia atrás y le doy acceso a mi boca. Sus labios juegan con los míos, tentándome, mientras el juego de su mano en mi sexo hace que cada vez esté más mojada. Saca su lengua, trato de morderla, ansiosa por más, y él se retira y me deja con las ganas, sonriendo taimado sobre mi boca, desprendiendo esa lujuria que me vuelve loca.

Acorta la escasa distancia y entonces su beso ardiente y arrasador entra en juego, demandando toda mi atención. Sabe a vino, a calor, a él. Su lengua lucha con la mía y ambos contenemos gemidos sabiendo que no estamos en un lugar demasiado íntimo.

Uno de sus dedos se introduce en mí mientras sigue torturando mi nudo de nervios que está a punto de explotar, yo me muevo en su contra y noto como su erección presiona mi espalda baja.

Me gustaría volverme, sacar su sexo duro y que me penetrara en ese mismo instante. Él me intuye porque de repente siento como su agarre se vuelve férreo, me tiene en una jaula entre sus brazos y su cuerpo, y la mano libre comienza a amasar mi pecho izquierdo, a jugar con el pezón sobre la fina tela del vestido.

Estoy en el borde y se lo hago saber con un gemido agudo.

No necesita más y, sin dejar de besarme, se desencadena un orgasmo que arrasa conmigo mientras él se bebe mis gemidos.

Estoy temblando contra su cuerpo, retira la mano de dentro de mis bragas y deja suaves besos en mi cuello y mi hombro.

—¿Relajada para otra noche en familia? —No le veo pero le siento sonreír.

—Seguro —murmuro con una gran sonrisa—, la perspectiva ha cambiado, sobre todo sabiendo que te tengo así —me río y froto mi trasero contra su entrepierna—, y que te debo una.

Y es que ahora me siento con fuerza y alegría para disfrutar de una gran NocheVieja.

¡Feliz año nuevo, familia!

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2 Comentarios

  1. Me gustan mas las fiestas en tu casa que en la mia, jajaja. No se me ocurre mejor forma de despedir el año. Muy bueno.

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  2. Muy buena forma de relajarse y de pasar por las fiestas navideñas. Me ha gustado mucho.

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