De compras
Era una mañana tranquila de trabajo, llevaba bastante tiempo en la sección de caballero y todos los días eran bastante parecidos. Había un flujo continuo de clientes, no demasiados, pero nunca pasábamos un turno aburrido. Era una sección bastante entretenida, solía recrearme la vista bastante la vista con la cantidad de hombres atractivos que pasaba por allí.
Unos más jóvenes, otros maduros. En ocasiones fantaseaba con ellos, en especial en días como hoy que estaba recién depilada y sentía a cada paso el roce de las bragas de seda sobre mi sexo, a veces la humedad era tan perceptible que me ruborizaba. Llevaba tiempo sin hacer el amor con mi marido, aun así me gustaba siempre estar bien depilada y usaba ropa interior sexy; y tampoco me impedía disfrutar de esos momentos de autoerotismo que tenía en el trabajo. Adoraba a mi marido, pero el sexo con él era bastante aburrido y monótono.
Unos más jóvenes, otros maduros. En ocasiones fantaseaba con ellos, en especial en días como hoy que estaba recién depilada y sentía a cada paso el roce de las bragas de seda sobre mi sexo, a veces la humedad era tan perceptible que me ruborizaba. Llevaba tiempo sin hacer el amor con mi marido, aun así me gustaba siempre estar bien depilada y usaba ropa interior sexy; y tampoco me impedía disfrutar de esos momentos de autoerotismo que tenía en el trabajo. Adoraba a mi marido, pero el sexo con él era bastante aburrido y monótono.
Venía de colocar unas prendas cuando vi a aquel hombre junto al mostrador, tuve que mirarlo dos veces para percatarme, era muy atractivo.-Estoy buscando una camisa para combinar con un traje nuevo- dijo sonriendo. Me descolocó.
No sé si realmente necesitaba ayuda para elegir, o era la excusa para iniciar una conversación absurda para acompañar el coqueteo. Yo seguí el rollo, me apetecía jugar. Era evidente que no había ido mucho de compras, me resultó muy fácil adivinar su talla y le di un par de camisas para que se probara. Había empezado a notar un hormigueo desde el vientre hasta la entrepierna, me empezaba a poner un poco nerviosa. Me pidió que le acompañara al probador, ya que necesitaba una opinión objetiva…Se probó la primera camisa, la verdad que le sentaba muy bien, pero hice un gesto de desaprobación. Aunque los almacenes estaban muy concurridos, ese probador en concreto estaba vacío. No tuvo ningún problema en desabrocharse la camisa allí mismo y exhibir un torso bastante atractivo y un gran bulto en sus pantalones. Cuando se puso la segunda camisa yo ya estaba empapada, volví a negar con la cabeza e instintivamente di un paso hacia adelante. Me fulminó con la mirada tras quitarse la camisa de nuevo y me arrastró dentro del probador. Cerró la puerta y me puso contra ella, estaba muy pegado a mí y notaba la erección contra mi muslo. Me besó con bastante brusquedad, me dejó sin aliento diría yo. Estaba estupefacta. Respondí a su beso mientras me iba desabrochando la camisa con sus hábiles manos y me remangó la falda hasta la cintura. Empezó a tocarme, con bastante apremio al principio, después dejó que su dedo corazón fuera separando mis labios poco a poco; notaba como mi clítoris ardía al contacto con la seda de las bragas. Sacó mis pechos del sujetador y me cogió en volandas mientras se los comía literalmente, mordía la carne y acababa lamiendo delicadamente los pezones. Pensé que me lo haría así, contra la puerta, pero me liberó, así que conduje mi mano directamente a su bragueta, quería tocar aquel miembro que palpitaba dentro deseando salir, lo acaricié hasta que observé el éxtasis en sus ojos, entonces me dio la vuelta y me bajó las bragas hasta los tobillos, apenas pude reaccionar cuando me penetró, lo hizo muy despacio pero entró hasta el fondo. Me incliné sobre la pared para ponérselo más fácil pero me puso de nuevo de pie agarrándome por los pechos. Nadie me había follado de esa manera. Me tapó la boca para no hacer ruido ya que estaba dejando escapar gemidos que delataban mi goce. Salió de mí para sentarse en el pequeño taburete con las piernas medio abiertas, estaba embelesada mirando su verga, me senté sobre él engulléndolo todo entero y comencé a mover mis caderas de tal forma que parecía estar bailando sobre él. Me agarró por la cintura y me arquee hacia atrás, con la otra mano tapó mi boca mientras estallaba de placer. Me corrí, lo hice de tal manera que estaba medio mareada cuando me arrodillé en el suelo para regalarle una mamada de órdago por haberme hecho aquel regalo. Jamás volveré a decir que el sexo con mi marido es aburrido.
Etiquetas: destino placer, plaisir malicieux, relatos eróticos, VI concurso de relatos eróticos
Genial….me encanto!
me alegro!!!! tengo más publicados en este blog> http://quenadietejuzguemal.wordpress.com/
Jejeje que final más bueno. Me ha encantado, graciassss.
Hahah muy bueno, no me lo esperaba