Relato erótico de Rebeca

Juegos Húmedos
 
Sacó, de la mochila, el libro que empezó a leer hace una semana. Lo abrió por la página cincuenta, justo donde comenzaba a ponerse interesante. A medida que iba leyendo, notó como un sofocante calor inundaba su cuerpo, su sexo empezó a humedecerse y, sin darse cuenta, comenzó a revolverse en la silla, para que su ajustado pantalón acariciase sus mojados labios.
Siempre había soñado con poder disfrutar de una situación tan morbosa como las que leía en sus libros. No sabía que, aquella tarde, su fantasía se iba a hacer realidad.
Mientras disfrutaba de su momento de soledad, le interrumpió su compañera y amiga, que conocía desde que llegó allí y con la que tan bien había conectado. Era una chica dulce de melena larga y morena. A Eva le parecía que era una de esas bolleras de las que ya no quedaban. Desde que llegó a Valladolid, se había interesado por Rocío, le invitaba a fiestas y hacía lo posible por complacerla.
Rocío iba a comunicarle las tareas que el jefe les había ordenado, pero se quedó observándola por detrás del cristal de la enorme puerta y vio como Eva acariciaba su clitorix en suaves círculos y delicados movimientos. Rocío se sorprendió, a si misma, mirando a su compañera con deseo, no podía dejar de deleitarse con aquel maravilloso cuerpo que tanto ansiaba poseer. Cuando Eva se percató de su presencia, un satisfactorio placer empezó a inundar su ya sudoroso cuerpo. Se levanto, se dirigió hacia ella y, sin mediar palabra, comenzó a desnudarla. Rocío notó como su sexo palpitaba y no pudo evitar entregarse a ella ardientemente. Eva comenzó a deslizar su lengua por los pechos duros y erectos de Rocío impaciente por descubrir su latente intimidad, Con un habilidoso movimiento, le dio la vuelta y con fuerza asió sus pechos mientras Rocío, embriagada por el extremo placer que acababa de descubrir, le pedía más y le suplicaba que no se detuviese. El jugo de su sexo, comenzaba a resbalar entre sus preciosos muslos, y Eva recogía con su lengua los chorros de placer de su compañera. Las dos se tendieron en el suelo y Rocío, completamente entregada a la pasión, le dejó que tomase su cuerpo, como si de una prostituta se tratase. Primero probó a meterle dos dedos pero el cuerpo de su compañera ya estaba más que preparado, así que necesitaba algo más. Rocío suplicó y Eva accedió a sus plegarias, esta vez utilizando toda la mano. Rocío pensó que si eso seguía así, moriría de placer, pero ya se había abandonado. Su mente hacía tiempo que no era dueña de su cuerpo. Lo único que podía hacer era suplicar, lo único que quería era llegar a lo más alto. Eva no paraba de lamer satisfecha todos los chorros que Rocío iba expulsando de su sexo y meneaba la mano en perfectos movimientos acompasados, su sexo cada vez, ardía más y cuando Eva, por fin con su firme lengua apretó el hinchado botón, Rocío comenzó a emitir gemidos incontrolados y llenos de placer. El climax mas perfecto que jamás había imaginado, llegó. Tendidas las dos en el suelo, se abrazaron y rieron al darse cuenta de lo que sentían y todo el tiempo que habían perdido. Rocío, por fin, consiguió lo que ansiaba durante tanto tiempo y Eva, le satisfizo todo lo que una mujer pudiese imaginar.

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