por MartaGPeris | Abr 28, 2013 | relatos eróticos
Mi nuevo juguete Marta y yo volvíamos del instituto comentando entre risitas lo bueno que estaba nuestro nuevo profe de música, llevaba como sustituto una semana. Con las flautas todavía en la mano, no parábamos de hacer bromas. Por fin empezaba a hacer calor y ya habíamos abandonado las incómodas medias, permitiendo que la cálida brisa de esos días acariciara por primera vez ese año nuestros muslos bajo la falda del uniforme. Olía a primavera. En aquel primer curso de BUP todo era diferente, nuestros compañeros, nuestros cuerpos, nuestros profes… Ya no éramos niñas de cole. Llegamos a casa de Marta, entre semana solíamos comer juntas, fuera en su casa o en la mía, pues éramos vecinas y nuestros padres trabajaban hasta más entrada la tarde. Yo prefería estar allí porque si no tenía que aguantar a mi hermano babeando por mi amiga, es tres años mayor y en esa época sólo pensaba en una cosa… Bueno, ahora tampoco es que haya cambiado mucho. Marta es hija única, así que estábamos solas. Comimos y nos fuimos a su habitación a ver “Al salir de clase”. Tumbadas sobre la cama, con el uniforme puesto, pero descalzas y descamisadas, Marta me preguntó: – ¿Te fijaste en el paquete del de música? – Claro, ¿crees que estaba empalmado? – Respondí previa risita. – No seas tonta, es el calzoncillo y la forma del pantalón, si estuviera empalmado se le notaría otra cosa. – Ah… – Murmuré confusa, parecía que Marta siempre sabía más que yo de estas cosas. – Anoche me masturbé pensando...
por MartaGPeris | Abr 28, 2013 | relatos eróticos
Un mes de espera Llevábamos un mes sin vernos y la tensión sexual era insostenible. El día anterior la escribí: “Nuestro primer polvo después de tanto tiempo tiene que ser muy lento. Quiero que nos besemos como adolescentes, como si fuera la primera vez; quiero que tardemos horas en desnudarnos, aprendernos nuestros cuerpos a través de la ropa, meternos mano como si no supiéramos lo que hay debajo, como si nos diera miedo hacerlo; quiero saborear cada centímetro de tu piel, quiero que estés tan húmeda por mi culpa que empapes tu ropa, tus piernas, mis dedos, mi boca. Quiero beberte. Quiero oírte gemir y gritar como nunca lo has hecho. Quiero estar tan excitado que me duela, tan duro que cuando me agarres no me quieras soltar. Quiero jugar hasta no aguantar más, y seguir un poco más. Quiero llevarte al límite y parar, y volver hacerlo mil veces, hasta que me supliques que te folle, que te llene de mí, que escapemos a un mundo donde sólo existamos tú, yo y nuestro deseo. Todo eso lo quiero mañana.” Al llegar a casa nos fundimos en un abrazo y nos besamos durante una eternidad. Nuestros labios y lenguas se confundían, y nuestras manos luchaban por deshacerse de la ropa y sentir el tacto de nuestra carne. Mis dedos se deslizaron bajo su vestido, siguiendo el recorrido de las medias, hasta toparse con el borde de sus bragas, y continuaron bajo ellas, despacio, disfrutando del descubrimiento del territorio prohibido. Ella tomó mi gesto como una invitación, me desabrochó los vaqueros y metió una de sus manos en mi bragueta....
por MartaGPeris | Abr 28, 2013 | relatos eróticos
Juegos virtuales Ya estoy en casa Bien, me alegro. ¿Ya te has quitado la ropa? No, te estoy esperando. Vale, dame cinco minutos y te desnudo yo. Vale, pero desnúdame, no te dejes nada. Como quieras. ¿No pasarás frío? Sí, pero no me pondré el pijama hasta que no haya acabado contigo. Vale, soy todo tuyo. Te cojo del sofá, te llevo a tu habitación y cerramos la puerta. Vale, un momento. Ahora ya soy toda tuya. Estoy detrás de ti y te quito el botón del pantalón mientras te beso el cuello. Y tú piensas, oh my. Me ha salido más tipo suspiro. Te bajo los pantalones un poco e investigo qué escondían debajo. Te sera difícil porque me he tumbado en la cama boca abajo. Pero con el botón abierto, claro. Bueno vale, te bajo los pantalones empezando por la cintura. Al bajarlos te quito también las bragas, me has dicho que no te deje prendas y yo soy muy obediente. Ok, bragas fuera. Vale, sin bragas. Y ahora te quito la camiseta negra y el sujetador, negro también. Rojo. Rojo oscuro. Sí. Con la luz roja no se distingue bien. Te quito también los calcetines, que son muy poco sexies. Hace rato que no llevo calcetines. ¿Me puedo meter en la cama? Tengo frío. Vaaale. ¿Sigues boca abajo? Sí. Pero debajo del edredón ahora. Pues me temo que te vas a llevar unos azotes, ese culo es un provocador, aunque esté bajo el edredón. Me gustan los azotes. Y mientras te pego tú te llevas una mano entre las piernas y te tocas. Y estás mojada....
por MartaGPeris | Abr 28, 2013 | relatos eróticos
La joven del paraguas rojo Beatriz y Toño comparten apartamento. Les habían desalojado de los suyos y el bueno de Manolo, el del bar de siempre, les alquiló uno encima del establecimiento a buen precio, con una obligación: Que le cuiden sus plantas. No tienen pareja por lo que, después de unos días cada uno en una habitación han decidido ocupar la misma. Se gustan físicamente y no tienen prejuicio alguno. Cuando quieren si y cuando no, pues no. Sin problemas. Duermen desnudos, salvo los días femeninos de Beatriz. Menos ropa que lavar. Toño trabaja como informático desde casa. Salvo que vaya a visitar a algún cliente, sólo sale de ella al bar de Manolo a comer. Beatriz lleva un horario muy loco. Unos días se levanta tarde, otros no. Unos, vuelve temprano, otros no y algunos ni viene. Si coinciden a cenar, acostumbran a tomar bocadillos. Luego ella ve la televisión y él con su Internet. A ella le van los “Reality”. A él las “WebCam” de ciudades del mundo para hacerse la ilusión de que las visita. Ello no les impide intercambiar opiniones de modo cordial. Firmaron el pacto de no hacerse preguntas para no obtener respuestas. Los fines de semana cada uno va a “su bola”, que a veces es la misma… Si coinciden a la hora de acostarse, las más de las veces acostumbran a prodigarse toda clase de juegos eróticos hasta que el cuerpo aguanta. Les gusta jugar y fantasear con aparatitos. Si ella vuelve tarde y él está dormido, o se lo hace, se ducha y, una vez aseada se introduce en...
por MartaGPeris | Abr 28, 2013 | relatos eróticos
Tarde en el parque Aunque fuera primavera, la tarde era calurosa, así que no se extrañó al ver a Tere con un vestido corto de paño blanco que prohibía la mirada a sus interiores con un tejido interior más opaco. Aunque la conocía desde principios de noviembre y el hecho de acostarse con ella era algo normal, hoy la veía realmente espectacular. Un generoso escote le permitía ver el canalillo de sus bien puestos pechos. Sentía que se iba excitando poco a poco, pareciendo un adolescente hormonado. Tras un beso y un “cómo ha ido el día”, decidieron ir a la terraza del parque que había cerca. La tarde invitaba a ello. Hablaron de todo y de nada, mientras Jorge bebía una cerveza y Tere tomaba un helado que se le había antojado, aludiendo al tiempo que no lo hacía. Su forma de lamer el helado era pura lascivia. No podía parar de mirar el escote y las hermosas piernas que iban cruzando de un lado a otro, intentando Jorge atisbar lo hacía lo que había entre ellas. Entre los cruces, los lamidos, el escote, el calor y la poca concentración que le quedaba, Jorge se fijó en algo que destacaba sobre el vestido. – ¿No llevas sujetador? Mientras Tere se bajaba el vestido hasta enseñar sus pezones erectos por el frío del helado, contestó: – No Jorge contestó rápido: – Me estas poniendo y mucho Separó sus piernas, se subió el vestido y separó su ropa interior de la piel, enseñándo su sexo: – ¿Te pongo más así? La...