En voz alta…

En voz alta…

Hasta que no lo dices en voz alta no es real.

Existen momentos que se quedan como en el limbo de nuestra vida, parecen estancados en el tiempo, sentimos el botón de pause apretado en nuestro mando a distancia. Todo ha cambiado pero aún no del todo porque nuestra realidad es una realidad compartida, porque hasta que no hacemos partícipes a alguna persona de lo que está pasando es como si todavía no hubiese pasado.

Y nos quedamos parados, porque el cambio asusta, porque a lo mejor no lo buscábamos o porque, aunque sea algo que queremos, muchas veces cuesta dar el primer paso, levantarse de la cama y darte cuenta de tu nueva realidad.

Si lo callases quizás permanecerías en ese punto eternamente, quien sabe, igual la vida seguiría avanzando y tú con ella dentro de un envoltorio que ya no va contigo, como el muñeco que se queda eternamente en su caja y que nadie juega con él, inútil, solo.

Pero das el paso y lo dices en voz alta y, tan sólo de esa manera, te das cuenta de que has accionado un interruptor y que esa luz nueva ilumina ahora tu vida.

Todos lo hemos vivido, todos hemos sentido ese cambio, todos hemos estado en ese momento exacto que parece dividir una vida de otra, que separa con un «clic» el como son las cosas ahora de como nunca volverán a ser.

Por eso es normal que a veces nos de miedo decir ciertas cosas.

Cuando es algo positivo porque nos da la sensación de que se evaporará a medida que salgan las palabras por nuestra boca como si se tratase de un conjuro, porque nos da miedo que el decirlo lo “gafemos” porque tenemos la insoportable manía de creer que hay cosas que son “demasiado buenas para ser verdad” y, sin embargo, no tenemos problema en aceptar lo negativo que nos pueda venir.

Si nos pasa algo malo cuesta decirlo porque hacerlo es revivirlo, es corroborar que es verdad, es sentir, por ejemplo, que esa persona ya no está más con nosotros y no lo volverá a estar, es saber que el cambio, queramos o no, se ha producido y es intentar buscar en nosotros esa reserva de energía que siempre tenemos que tener para tirar hacia adelante, para seguir nuestro camino.

Y es que a veces el mundo cambia, algo en nuestro interior cambia, nuestra pareja cambia, nuestra vida cambia y no nos queda otra que asumirlo y decirlo en voz alta pero antes de hacerlo siente ese momento, siente como se para el tiempo y coge fuerzas.

Clic.

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