Siempre hay algo bueno.
Hoy he tenido una sesión bonita y jodida al mismo tiempo.
Dura y contundente como sólo puede suceder cuando alguien te dice que ha pensado en dejar de existir.
Estremecedora porque no es fácil escuchar eso pero es muchísimo más difícil decirlo, verbalizarlo, compartirlo.
Jodida porque te persigue.
Porque necesitas una ducha de 20 minutos para volver a ubicarte y no has llegado ni a secarte y te encuentras envuelta en la toalla escribiéndolo para desahogarte.
Empieza a hacer frío.
Pero recuerdas lo bueno. Porque siempre hay algo bueno.
Lo bueno es que no tirase la toalla. No la tiraste.
Lo bonito y encomiable es que pudiste levantarte sin tener el viento a tu favor, sin ver las manos que te tendían -porque no es que no las hubiese, es que esos pensamientos te lo impedían- y pediste ayuda.
Admirable la fuerza de voluntad para trabajarse todo, para seguir adelante, para sonreír por ti y para ti.
Porque tú eres muy importante en este mundo. Eres tu mundo.
Y me das las gracias. Y yo te las tengo que dar también a ti.
Gracias.
Hoy he tenido una sesión bonita y jodida, sencillamente, porque así es la vida.