GIRLS y más allá

No se si lo sabéis pero soy muy fan de las series, bueno, para ser realista, llego hasta tal punto que en algunos momentos me he considerado (¿o me han considerado?) una «yonki» de ellas. Algunas son lo que llaman los americanos «guilty pleasures» o «placeres culpables», otras las veo por inercia, igual ya no me llaman la atención pero como que me da pena dejarla ahí sola, tirada,… pues sigo. Aunque otras las abandoné, las miré a los ojos y les expliqué «no eres tú, soy yo». Otras me apasionan y recomiendo a gritos, con muchas lloro, con muchas me río, con algunas disfruto de la «realidad» y con otras de la magia que sólo es posible en medios como estos. Hay series que, al terminar cada capítulo, me dejan un poso, como si alguien apretase el botón de «pause» en mi vida, me quedo en el limbo, pensando en ello, dándole vueltas, muchas veces me descubro a mi misma transportándome a otro lugar. Esa magia que sólo algunas series, películas, libros y canciones poseen. GIRLS es una de ellas. Cuando termina no se si tengo ganas de hacer el amor, de romper con el mundo, de fugarme a Nueva York, de encerrarme en mi cama, de escribir un libro, de romper el ordenador, de ponerme a dieta o de dejar temblando la nevera. Muy coherente todo, lo se. El tema es que vuelo, me fugo por unos instantes y creo (no se lo digáis a nadie) que hasta desaparezco, un segundito, algo apenas perceptible pero estoy y no estoy. No es la idea más original del mundo, no es la...

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