Muchas veces nos cargamos a nuestras espaldas nuestras mochilas y las de los demás. De golpe y porrazo pasamos de ser un ser humano más a la persona sobre la que se sustentan hasta las leyes de la física.
Hay veces que lo vemos, nos damos cuenta de lo que ello supone, abrimos los ojos y decidimos querernos y cuidarnos.
Otras veces hemos pasado de nuestras señales de alarma, hemos ignorado todo lo que indicaba que no podíamos seguir por ahí, nos hemos dicho que podemos seguir adelante, nos hemos exigido una sonrisa cuando no apetecía y hemos llenado el tiempo de millones de cosas para no darnos cuenta de que no podemos más. Hasta que algo nos hace parar de golpe y nos obliga a abrir los ojos y a mirar hacia adelante. Sin alternativa.
Lleguemos por nuestra cuenta u obligadxs por personas o circunstancias casi siempre nos encontramos lo mismo. Nos damos cuenta de que hace tiempo que nos hemos ignorado y que, si nos pudiésemos llamar a nosotrxs mismxs, comprobaríamos que tenemos cientos de llamadas perdidas, mensajes en el buzón de voz y whatsapps sin contestar. Hemos pasado de las señales de alarma porque en esta sociedad de postureo y hastags el de #nopuedomás no se lleva.
Porque sentimos que no tenemos derecho a cuidarnos o que somos egoístas si lo hacemos.
Si no tienes trabajo es porque no lo has buscado. Si no estás contentx con el trabajo que tienes «no tienes derecho a quejarte» -¿perdona?- porque «al menos tienes trabajo». Si tu relación de pareja no te satisface es porque «pides demasiado» y si consideras que en tu familia las relaciones no son muy sanas tienes que «aguantarte» porque así ha sido siempre y «no lo vas a poder cambiar».
Por un lado te aplaudirán ciertos cambios porque estás «saliendo de tu zona de confort», sin embargo te recriminarán otros porque, si todo está normativamente bien, no entenderán que des un paso para salir de allí. Y si, muchas veces esto último también será salir de la tan nombrada zona de confort -gracias personas dedicadas al couching (modo ironía ON)- pero en función de si vas a favor o en contra de la corriente se aplaudirá o se abucheará a partes iguales.
Cuidarse y quererse a veces implica cambios, en ocasiones necesita de revoluciones y otras tan sólo son pequeños gestos o acciones pero, si no te has cuidado mucho durante tu vida, si has puesto por inercia a todo el mundo por delante de ti, es fácil que te topes con una cosita: el miedo.
Millones de cosas nos generan miedo pero ¿en qué mundo vivimos cuando el autocuidado nos lo produce? ¿en qué nos estamos convirtiendo cuando las personas se tragan sus sentimientos porque sino tienen represalias?
Si. Ya se que suena un poco bruto pero ¿acaso no es cierto?. ¿Ninguna vez habéis juzgado a alguien por la «cara siesa que traía»? Seguro que si hacéis un pequeño- y sincero- ejercicio interior me dais la razón y es normal. Nos han vendido que ante las desgracias no hay mejor escudo ni salvavidas que una sonrisa. La realidad es que el pensamiento así de base no tiene porqué estar mal si no lo dejamos en un aspecto físico más, el buscar lo positivo siempre ayuda a seguir adelante, a convertir las metas en éxitos y a transformar esa procrastinación en motivación.
Pero, como con todo, hay que leer la letra pequeña. Y las sonrisas con la boca no hacen nada más que ayudarnos a ponernos una máscara. Como la persona que se pone determinada ropa o determinado maquillaje – o no se lo pone como modo de manifestar lo mismo-, hay personas que se dibujan sonrisas.
Pero sus ojos no sonríen.
Y, lo que es más importante. A solas, desnudxs emocionalmente ante ellxs mismxs, tampoco.
Y es que hay veces que no podemos con todo y eso nos da miedo y nos hace que nos tiemblen las piernecillas.
Por eso, en esos momentos más que nunca, hay que cuidarse y escucharse. Ver qué es lo que nos impulsa y qué es lo que nos hace quedarnos atrás. Pararte a pensar qué es lo que quieres y qué tienes que hacer- o dejar de hacer- para conseguirlo. No centrarte en lo que siempre quisiste o en lo que quisieron de ti sino en lo que quieres AHORA tal y como eres y como te sientes. Porque igual ha cambiado nuestro fin o igual ya no nos gusta el camino que habíamos elegido para conseguirlo.
Y pide ayuda. Delega, respira, déjate llevar y pon en ello todos tus sentidos, al igual que lo haces cuando alguna persona especial en tu vida te hace una llamada de emergencia y te dice «tengo que contarte lo que me ha pasado, no estoy bien, te necesito«. Y cuéntatelo, no lo juzgues, no lo clasifiques, no lo compares con lo que tal o Pascual consiguieron en ese momento o con como Manolita logró que tal cosilla no le afectase. No eres ningunx de ellxs, eres tú.
Y ojalá aprendas a quererte por lo que eres. La única persona en este mundo que va a estar contigo el 100% de tu vida.
Y ojalá sonrías.
Con los ojos y a lo bestia.
Etiquetas: ansiedad, cambios, cuidarse, duelo, problemas, quererse, seguir adelante, sentimientos, sentirse mejor
Gracias. Muchas muchas gracias de verdad ?
oooh! gracias a ti 🙂