Que una relación se rompa no hace que deje de existir

Que una relación se rompa no hace que deje de existir

Que una relación se rompa no hace que deje de existir.

Que una persona te traicione en un momento dado no convierte mágicamente toda tu relación en una farsa.

Que alguien no sienta algo por ti no implica que nunca lo haya sentido.

Muchas veces se llega a esa falacia, a ese error de pensamiento en el que, si alguien falla en una relación es «porque nunca me quiso».

Se deja que un instante, una situación, algo que nos es difícil de asumir y transitar empañe todo lo anterior y eso no tiene porqué ser así.

Muchas veces es un mecanismo de defensa: si considero que a raíz de un hecho que me ha dolido, toda la relación se convierte en basura, doy más peso a lo negativo y me ayuda a no ‘cojear’ y atreverme a mirar lo positivo.

A corto plazo me funciona aumentando esa distancia y haciéndome sentir una falsa sensación de control.

Pero ¿y a largo plazo? ¿Voy a vivir mejor pensando que esa persona no fue quien dijo ser durante 7 años?

Probablemente no porque a eso se le sumarán pensamientos destructivos del tipo «cómo no me di cuenta», «cómo me dejé», etc.

Y obviamente habrá relaciones que no han sido sanas y en las que un evento puntual nos haga abrir los ojos. Y duele. Pero no hablo de esas si no de relaciones en las que has estado bien, has querido, te han querido, todo ha funcionado fenomenal hasta que no.

Intentar ver todo teñido de algo que no nos ha gustado no es justo ni para la otra persona ni para ti ni para la relación.

Las relaciones se acaban.

Pasa.

Y que algo se acabe no hace que no fuese bueno que existiese.

Aunque ahora te duela y te escueza.

Lo bueno que viviste sigues habiéndolo vivido.

Que soñaseis juntos con un futuro que al final no va a llegar no implica que en ese momento el sueño no fuese genuino y real.

No tengamos miedo a valorar lo bueno desde el dolor. Eso no hace que no tengamos «derecho» a quejarnos. Lo que hace es que aceptemos que no somos robots.

Que somos vulnerables y que no todo siempre va a salir como queremos.

Que se puede haber querido mucho y ya no sentirlo.

Y que, como decía García Márquez, el amor es eterno mientras dura.

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